Homofobia en la Iglesia, un estorbo y una barrera

iglesia homofobia

Generalmente escribimos acá para instruir y exhortar al cristiano acerca de su pureza sexual, pero hoy usaré un tono más urgente y proactivo al respecto de algo que nos importa: el temor y rechazo a los homosexuales en la Iglesia como cuerpo de Cristo. Eso significa homofobia: miedo hacia los homosexuales, y las conductas derivadas de tal miedo. Yo escribo esto como parte de mi experiencia, de las reflexiones que fui acumulando mientras salía de la homosexualidad, y ahora por la carga que siento por los necesitados que no encuentran el refugio necesario.

Algunos ejemplos. En mi congregación aún noto que varios predicadores hacen bromas acerca de la homosexualidad, definiéndolo como falta de carácter. En mi país se usa la palabra maricón, y así un pastor usa expresiones como “No seamos maricones, seamos valientes y sigamos a Cristo como hombres”. Este es un concepto pobre -yo conozco a muchos hombres que luchan contra la homosexualidad, que han decidido hacer de su libertad la lucha de su vida entera, una lucha a muerte contra el pecado, y por el contrario, demuestran más energía y fuerza en pelear la buena batalla que la mayoría de creyentes que viven con hábitos viejos (de todas maneras, la comparación no es necesaria).

En esas ocasiones sé que muchos hombres en la audiencia pensarán algo como “¿No estoy siguiendo entonces a Cristo como hombre si lucho contra la homosexualidad?”, o “¿Tiene razón el pastor acerca de mi poca hombría y de mi falta de carácter?”

Noto también que a veces se enseña y predica en contra y acerca de los homosexuales, esos seres perversos que están afuera de la Iglesia, amenazando con entrar al templo y robarse a nuestros niños y corrompernos. Sin embargo, como ministerio sabemos que hay hombres y mujeres cristianos dentro de la congregación que están sufriendo y que necesitan ayuda. Si desde el púlpito creamos esa sensación de ellos son los malos, y aquí solo estamos los buenos, entonces estamos también transmitiendo este mensaje al quebrantado: tú entonces no perteneces aquí.

Algo que he aprendido en estos años, es que el matrimonio gay y aún más, la iglesia cristiana gay, no reflejan una aberracción (aclaro que no estoy de acuerdo con esa doctrina, y la considero opuesta al mensaje de la salvación y la libertad en Cristo), sino que reflejan nuestra incompetencia como Iglesia para ser un lugar de sanidad y restauración. Un homosexual o una lesbiana que se levantan de la cama un domingo y dicen “hoy quisiera ir a la Iglesia”, no lo hacen por fastidiar -creo que lo hacen por ese genuino deseo que todos los seres humanos tenemos dentro, de reconciliarnos con Dios, de tener comunión con los hermanos, de saciar el hambre espiritual.

En el corazón de ese hombre y esa mujer aún existe la idea necesito una comunidad donde encontrar a Dios. Pero como la Iglesia no estuvo lista para ayudar y satisfacer esa necesidad en su momento, la comunidad gay tuvo que fabricar una forma de Iglesia (insisto, no estoy de acuerdo con ello). La cristiandad gay tal vez sea reflejo de nuestra poca misericordia y discernimiento para ayudarlos. Lo mismo sucede con el matrimonio gay -yo veo que es una forma -desviada- de expresar aún necesito buscar una vida familiar bendecida por Dios, y dejar un legado. Eso es esperanzador y triste a la vez.

La Iglesia incluso está influenciada por estereotipos culturales. Yo he escuchado a un ministro bromear con otro acerca de la camisa color rosa que se puso: creo que necesitas ayuda con Libres en Cristo. Whoa, es triste cuando tu identidad sexual depende de la camisa que te pusiste ese día (por cierto, recuerdo una vez que me ofrecieron dulces, de esos jellybeans y escogí uno de fresa -y la mujer que los estaba repartiendo se puso muy incómoda, y me lo cambió por uno de chocolate -café oscuro, color de hombres).

He visto a las congregaciones usar eslóganes gastadísimos como Dios creó a Adán y a Eva, no a Adán y a Esteban. En un momento parecen graciosos, pero son más bien el desconocimiento de las causas y naturaleza de las atracciones homosexuales. Usar frases simplistas, y bromas descuidadas hacen ver a quien las usa como a esa persona nunca le pediría ayuda, pues no tomaría en serio mis luchas o es alguien que me odiaría si le expreso lo que sufro.

Mi propósito no es señalar las faltas de la Iglesia, sino llamar a la reflexión al líder y a todo cristiano que lee esto, acerNosotros como ministerio hacemos lo mejor que podemos, e innovamos para ayudar al homosexual -hablamos nuestro testimonio, aconsejamos, transmitimos audio, predicamos, publicamos en este blog. Pero la homofobia sigue siendo un obstáculo, es como tratar de construir un puente donde siempre hay una columna defectuosa, o querer hacer marchar un auto cuando alguien siempre está pinchando tus llantas, o tratar de alimentar a un bebé con comida en donde alguien siempre te echa vinagre.

Necesitamos pensar, necesitamos evaluar nuestras conductas, alinear nuestras actitudes con lo que nuestra Biblia dice acerca de la ayuda a quien vive en pecado homosexual, y no a lo que nuestra tradición dicta, ni a la influencia que toleramos acerca de nuestra cultura. Tengo expectativas de que esta nota sea una pieza de reflexión, que inicie un cambio en algún lugar del Cuerpo de Cristo.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.