He estado pensando en la gran necesidad que tengo de estar, también, con gente que no comparta mi fe. Tengo muchos amigos no cristianos, pero el consumo de tiempo que mis responsabilidades exigen, no me permite poder ofrecerles un tiempo de calidad y, en cierto sentido, hemos perdido contacto. Es bien tóxico estar solamente con gente cristiana. ¡Hey! no te ofendas. No lo digo por mal, sino porque de alguna forma uno puede volverse en un religioso orgulloso, corre el peligro de transformarse en un moralista empedernido, o de pensar que todo aquel que no comparta tu punto de vista es un desgraciado asesino en serie o que le gusta la danza hebrea. Hace tiempo que hablaba con Rafael sobre esto, y tengo años haciendo un esfuerzo por mantenerme en contacto con gente que no es cristiana, pero no siempre tengo la oportunidad de escuchar o de ser escuchado.
Así que ando en ese tipo de búsqueda, que espero sea fructífera y que, al contrario de lo que muchos puedan pensar, me beneficiará como creyente. ¿Cómo me puede beneficiar juntarme con ateos, impíos, gente sin respeto o ningun interés de Dios, agnósticos, políticos, sindicalistas, y choferes de carros públicos? Pregúntale a Jesús.
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