La parábola de Lucas 18 (parte 2 de 6)

La parábola de Lucas 18 (parte 2 de 6)
El Adversario
Así como la viuda tiene su adversario, también nosotros los cristianos tenemos el nuestro. Y nuestro adversario es Satanás. Hasta el significado de la palabra «Satanás» es «adversario», que quiere decir enemigo: «vuestro adversario el diablo» (1 Pedro 5:8). Por lo tanto, debemos reconocer claramente quién es nuestro enemigo. Entonces sabremos cómo hemos de acercarnos a nuestro juez, que es nuestro Dios, y acusar a nuestro enemigo. Si queremos examinar la razón primaria de la enemistad existente entre nosotros y el diablo, hallaremos que detrás de ella hay una larga historia. Para decirlo resumidamente, esta enemistad comenzó en el huerto del Edén. Después de la caída del hombre, Dios dijo: «Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar» (Génesis 3:15). Cierto que el diablo nos hiere a nosotros los humanos, pero es que Dios ha puesto enemistad en nuestros corazones tanto como en el corazón de Satanás.
Sabemos que la simiente de la mujer mencionada en el Génesis se refiere al Señor Jesucristo: El y el diablo están eternamente en enemistad. Y esto es algo establecido por el mismo Dios. Todo el que cree en el Señor Jesús se coloca al lado del Señor; lógicamente tenemos que dar por sentado que el enemigo del Señor será nuestro enemigo. Del mismo modo, Satanás el enemigo de nuestro Señor, se fijará en nosotros y se nos opondrá. El considera que el Señor Jesús es su enemigo y por lo tanto también tiene a los discípulos del Señor como enemigos. Pero los que no han creído en el Señor Jesús son hijos del diablo (véase Juan 8:44), y naturalmente el diablo ama a los suyos. Pero como nosotros hemos creído y estamos unidos al Señor Jesús, incurrimos en el odio de Satanás como consecuencia del odio que éste tiene a nuestro Señor.
Esta enemistad se hace más profunda de día en día. Como el enemigo es tan fuerte, y nosotros tan pobres y desamparados como la viuda, él usa todos sus poderes para oprimirnos, causándonos grandes pérdidas. Hemos sufrido tanto en sus manos, que no podemos expresar con fuerza suficiente cómo el diablo hace daño hoy a los creyentes. Y si estos perjuicios no son vengados, sufriremos un daño eterno. Qué lástima que muchos hijos de Dios todavía no se den cuenta de la opresión de Satanás. Satanás y los santos
Del mismo modo que el adversario trató injustamente a la viuda, así de mal nos trata hoy el diablo a los creyentes. ¿Quién sabe lo mucho que hemos sufrido en sus manos? Por supuesto que cuando el diablo nos persigue, nunca se manifiesta ni actúa directamente. El hace todo su trabajo por medio de personas o de cosas. El no quiere aparecer abiertamente. Al contrario, él instiga a la gente del mundo para que obre por él, mientras que él mismo lo dirige todo en secreto. Así como en su primera intervención se disfrazó con la forma de una serpiente, pues igualmente, cada vez que hoy actúa, lo hace encubierto. Por razón de sus engaños, los hijos de Dios se equivocan muchas veces y no reconocen al enemigo real.
Algunas veces él debilita el cuerpo de los creyentes causándoles enfermedades y dolores (véase Hechos 10:38); y con todo, los creyentes quizá miren su estado como consecuencia de la fatiga o de la falta de higiene, sin darse cuenta de que el diablo está obrando detrás del escenario. Sólo con que consideremos este punto, oh ¡qué enormes son los sufrimientos de los cristianos en manos de Satanás! Algunas veces el enemigo incita a la gente de este mundo a perseguir a los creyentes (véase Apocalipsis 2:10), y entonces éstos son atacados por su propia comunidad, amigos y familiares. Sin embargo, ellos piensan que esto se debe al odio de la gente hacia el Señor; y no se dan cuenta de que en realidad es el diablo el instigador de estos ataques.
Algunas veces el diablo se vale de las circunstancias y coloca a los creyentes en dificultades y peligros. Con frecuencia hace que surjan malentendidos entre los cristianos, con el fin de separar hasta a los amigos más queridos, causando así muchas angustias y lágrimas.
Algunas veces el enemigo priva a los creyentes de los bienes materiales, y los reduce a la necesidad e incluso a la miseria. Otras veces oprime sus espíritus y les hace sentirse deprimidos, desasosegados y desorientados. O los ataca en la voluntad haciéndolos incapaces de elegir libremente y poniéndolos en tal situación que no saben qué hacer. O mete en el corazón de los creyentes un miedo irracional. O Satanás amontona cosas sobre ellos para agotarlos, o les hace perder el sueño para hacerlos sentir exhaustos. O les pone en la mente pensamientos sucios y confusos para debilitar su resistencia, o hasta se disfraza de ángel de luz para engañar y desviar a los creyentes del buen camino.
Es imposible acabar la lista de todas las obras que el diablo hace. En resumen, el enemigo hará cualquier cosa que cause que los creyentes sufran en su espíritu o en su cuerpo, que caigan en pecado, o que incurran en pérdidas y perjuicios. Desgraciadamente, muchos de los hijos de Dios no se dan cuenta de la obra de Satanás cuando están sufriendo en sus manos. Lo que está sucediendo lo atribuyen a causas naturales, accidentales o humanas, y no disciernen cómo en muchos sucesos naturales se esconde lo satánico sobrenatural, cómo en muchos episodios accidentales se oculta un plan diabólico, y cómo en muchos tratos humanos se mezclan las malignas maniobras del enemigo.
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Aguas refrescantes 24 de julio
Me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión. Gálatas 2: 7.
Pablo era un siervo del Señor pero era distinto de Pedro. Nadie podría decir que Pablo no predicaba el evangelio; por supuesto que lo hacía. De otra manera hubiera sido como repudiar el trabajo pionero de Pedro y echar por tierra todo lo que él había hecho. No come¬tamos el error de pensar que existía un conflicto básico entre los ministerios de estos dos hombres» o que los ministerios de los siervos de Dios deben estar en conflicto. Pablo aclara, escribiendo a los Gálatas, que las diferencias que existían eran geográficas y de raza, y que, en esencia, sus tareas eran complementarias, no sólo por mutuo consentimiento sino también en su valor para Dios.
Es muy bueno leer los versículos finales de la última epístola de Pedro en la cual se refiere «a la sabiduría» que le fue dada a su amado hermano Pablo. Sin duda, requirió gracia y humildad para hacerlo. ¿No necesitamos nosotros también gracia para honramos unos a otros de esta manera?
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
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