La reunion de oracion

LA REUNION DE ORACION

Lo primero de lo cual debemos preocuparnos con respecto a la reunión de oración es la puntualidad. Si no les damos la debida importancia a nuestras reuniones ni cultivamos una vida corporativa, ciertamente fracasaremos.
En la reunión de oración, aquello por lo cual es necesario orar deberá ser explicado de manera breve y sencilla. No se debe hablar demasiado. Éste ha sido nuestro error en el pasado.
Cada vez que deseamos pedir que se ore por algo, debiéramos preguntarnos primero si nosotros mismos ya hemos orado al respecto. Si todavía no hemos orado por ello en nuestro hogar, no es necesario presentarlo en la reunión de oración, pues ello equivaldría a engañar a los hermanos. Si se trata de algo por lo cual usted jamás oró personalmente, de cierto es algo innecesario y superfluo orar por ello corporativamente.
Esto constituye un principio, e incluso es una ley establecida. Cualquier cosa por la cual usted mismo no haya orado personalmente, ciertamente no necesita convertirse en el objeto de nuestra oración conjunta. Pero si usted ya ha orado por ello y, aun así, no se siente apto para orar solo por dicho asunto, entonces vale la pena presentar dicho asunto en la reunión de oración; es necesario que la asamblea ore por ello.
Algunas veces, Dios se valdrá de uno de nosotros para hablar en representación de todos los hermanos y hermanas. Todos aquellos que tienen alguna experiencia en la oración saben lo difícil que es encontrar las palabras más apropiadas para expresar las necesidades. Aun cuando cinco u ocho hermanos oran por lo mismo, es probable que todavía no hayamos liberados la carga que acompaña dicha oración.
Por tanto, tenemos que seguir orando y pedirle al Señor que nos dé las palabras adecuadas a fin de expresar los pensamientos que dicho sentido de urgencia genera en nosotros.
En tales casos, debemos orar pidiendo que Dios haga que un hermano o hermana exprese Sus pensamientos. Algunas veces ocurre que hay hasta diez hermanos que oran por un mismo asunto, y aun cuando todas esas oraciones han sido muy buenas y se ajusten a la norma establecida, todavía perdura la sensación de que ninguna de esas oraciones ha conseguido dar en el blanco y, por tanto, el sentimiento de urgencia y carga continúa presente. De repente, tal vez un hermano comience a orar y seamos liberados de tal sentido de urgencia y carga en cuanto él diga las primeras palabras. En tales casos, todos los congregados se sentirán satisfechos y se identificarán plenamente con dicha oración al decir amén a la misma, pues ésta es una oración en el Espíritu Santo.
En 1926, en Fuzhou, me encontraba gravemente enfermo. Todo mi cuerpo adquirió un color lila. En aquella ocasión, tres hermanos y una hermana entraron a mi habitación a orar por mí. El primero oró con lágrimas, pero no sentí que él hubiese dado en el blanco. El segundo también oró fervorosamente, pero tampoco sentí que se hubiese operado cambio alguno. El tercero era conocido por sus oraciones, pero, esta vez, su oración resultó ineficaz. La cuarta persona era la hermana.
Cuando ella comenzó a orar, dijo: “Oh Dios, nadie puede alabarte en el Hades. Tú no te complaces en que los hombres te alaben desde el Hades”. De inmediato, sentí como si un impedimento u obstáculo había sido eliminado. Ya no tenía que esperar a que concluyera dicha oración para empezar a sentirme recuperado. Una vez que el sentido de urgencia y carga se desvaneció, tenía la certeza de que había sido sanado. Aquella tarde, me levanté de mi lecho y, al día siguiente, viajé a Ma-wei. De allí, viajé a Amoy para realizar la obra. Tenemos que pedirle a Dios que nos tome como Sus portavoces en las reuniones de oración, a fin de que el sentido de urgencia y carga que embarga a los santos y las necesidades que los agobian, sean expresados por medio de nosotros con el lenguaje que es propio del Espíritu Santo.
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Aguas refrescantes 22 de agosto
Luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Génesis 32:24.
No fue Jacob quien luchó sino Dios que vino a luchar con él para lograr su rendición total. El objeto de la lucha es la de doblegar al adversario hasta que no pueda moverse, y así se rinde al vencedor. Jacob había demostrado ser superior a otros, pero con Dios no pudo y fue El el con¬quistador. Cuando Jacob no quería rendirse Dios le «to¬có». Con un solo toque hizo lo que la mucha fuerza no podía hacer.
El encaje del muslo es la parte más fuerte del cuerpo, y es una buena figura de nuestra fuerza natural. Tu punto fuerte y el mío pueden ser muy distintos del de Jacob. La ambición, la jactancia, o la propia estima cada uno tiene el suyo y para cada uno esa obra de «descoyuntar» es una experiencia de crisis definitiva. Lo que ocurrió aparentaba ser una derrota para Jacob, pero Dios dijo que él había vencido. Esto es lo que ocurre cuando nos rendimos derrotados a los pies de Dios.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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