Sanar mi corazón, parece un doloroso descenso

profundidades corazón

Hace unas semanas, encontré algo que había redactado cuando estaba haciendo el día 13 de Puerta de Esperanza. Ahora que estoy iniciando mi curso como mentor, Dios me ha llevado a recordar la forma en la que me enseñó a no quedarme en la superficie del proceso doloroso de transformación que estoy enfrentando, sino a ir cada vez más profundo para no dejar nada oculto.

Proverbios 20:5 «Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará».

El camino para llegar a esas «aguas profundas en el corazón» no ha sido un camino fácil. Es posible que por el camino, te encuentres letreros que te indiquen «por aquí se va hacia abajo», cuando en realidad no es así. Verás: tu corazón va a tratar de engañarte. En tu camino hacia esas «aguas profundas en el corazón», hasta es posible que encuentres letreros que te digan: «lo lograste, ya has llegado», pero al examinar tus alrededores, te sentirás ansioso y sabrás que… no has llegado aún. Necesitas ir más abajo todavía. Necesitas hallar la puerta hacia el sótano, una abertura. Es posible que te tome tiempo encontrarla, y ciertamente, vas a estar cansado y sudoroso… hasta el punto de la desesperación.

Hasta vas a escuchar voces que te dirán: « ¿Para qué seguir más allá? ¡Ya está bien con lo que has bajado!», o «Nunca lo vas a lograr; date por vencido. No vale la pena…» Son las voces del temor, el desaliento, la desilusión, la ansiedad, el desespero y el agotamiento. Entonces te enfrentarás al dilema: «¿Me debo detener? Ya he recibido bastantes ‹buenos consejos. Me parece que por un buen rato, con cargar esto encima tengo bastante». O sencillamente: «Mira, esto es demasiado duro. Ya comenzaremos de nuevo en algún otro momento, pero hoy no».

Pero entonces es cuando algo más fuerte que tus cinco sentidos se apoderan de ti, y te enfrentas a esas tantas voces, diciendo… «No. ¡No le voy a hacer caso a ninguna de ustedes! ¡Voy a seguir adelante, en pos de mi meta; de esas aguas profundas que llevo en mi corazón! Aunque perezca en el camino, prefiero morir en la persecución, en la excavación, en la ‹búsqueda›, antes que darme por vencido y tirar la toalla blanca». Necesitas comprender que hay un «fuego», un «poder», una «añoranza», un «susurro apacible» que viene del Espíritu Santo que te dice:

«Hagas lo que hagas, nunca te des por vencido. Una vez que llegues a la meta, y vas a llegar, sabrás que valía la pena todo lo que trajo consigo ese camino. Hasta el camino mismo habría valido la pena, aun si no existiera una recompensa final. Verás: Dios está obrando en ti mientras tú recorres el camino. Dios ha comenzado en ti una obra, y Él es el que la va a llevar a su plenitud. Él va a usar todos y cada uno de los aspectos del camino, por difíciles que hayan sido, y por mucho que hayan sacado a la superficie tantas emociones diferentes que tenías escondidas dentro. En el camino es donde tu Padre hace la mayor parte de Su trabajo. Sé que tal vez tú no lo puedas ver hoy, pero ya lo verás. En el camino en busca de Su verdad Dios va a comenzar a purificar tu mente, tu corazón y tu alma. El camino es clave y vital, y no existe atajo alguno. Habrá algunos tramos de ese camino más fáciles de recorrer; en cambio otros van a ser muy dolorosos.

No hay nada que llegue a ti que no haya pasado antes por las manos de tu Padre celestial. A medida que lo recorras, vas a perder muchas cosas que valorabas. Algunas de ellas, las vas a dejar voluntariamente cuando llegues a la conclusión de que pesan demasiado para llevarlas encima, mientras que otras, es Él quien te las va a quitar. Va a ser doloroso; tal vez vas a enojarte con Dios mismo, pero necesitas recordar que el exceso de equipaje que tú tanto atesoras, sólo te va a servir de obstáculo en tu camino.

Ciertamente, se siente como este camino va más abajo cada vez. El descenso es la única manera de encontrar lo más profundo, lo más oculto de tu corazón, y de asegurar los cambios más radicales y permanentes.

Sabrás entonces que no eres la misma persona que eras cuando comenzaste a caminar… porque Dios está transformando tus pensamientos, tus deseos y tu voluntad. Aunque el camino es largo, vas a llegar a la meta. Vas a alcanzar las aguas profundas del consejo que está en tu corazón… Entonces lo pondrás sobre Su altar para ofrecerlo como holocausto, como sacrificio vivo ante Su trono. Con las aguas profundas de mi consejo, caminarás y te moverás en Su sabiduría, y Su conocimiento será tu adorno.


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