Apartado especialmente para el evangelio de la vida

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3— Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Lunes — Leer con oración: Gn 1:2; Is 14:13-14; Ez 28:17; 1 P 5:8; Ap 12:9
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Pr 16:18)
EL ORGULLO DAÑÓ AL PRIMER MUNDO
¡El primer mundo que Dios creó era muy hermoso! Para gobernar sobre toda la creación existente en aquella época, Dios comisionó a Lucero y lo equipó con muchos dones. Lamentablemente, por causa de su hermosura y capacidad, poco a poco se fue enorgulleciendo: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Is 14:13-14).
Lucero ya era superior a los demás ángeles, pero aun así quería ser el más importante entre los tres arcángeles y tener una posición extremadamente elevada sobre las criaturas de Dios. A pesar de todo lo que poseía, no estaba satisfecho, sino que anhelaba ser semejante a Su creador.
Por esa razón, Dios lo arrojó por tierra (Ez 28:17). Por haberse convertido en el enemigo de Dios, Lucero recibió el título de Satanás, que significa adversario (Ap 12:9; 1 P 5:8). Satanás usurpó y dañó toda la tierra, que pasó a ser su reino. Por causa de esa rebelión, Dios juzgó la tierra, a Satanás y también a los ángeles caídos que lo habían seguido.
Dios usó el agua del mar para cubrir toda la faz de la tierra que le había entregado a Lucero para que la administrara. Todos los seres vivos que habitaban la tierra en aquel tiempo fueron ahogados por las aguas del juicio de Dios, y el mundo antiguo se convirtió en un caos, según leemos en Génesis 1:2: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
El orgullo y la rebelión de Satanás dañaron la tierra que había sido creada tan espléndidamente por Dios. Pero, alabamos al Señor, pues Dios tiene un propósito y desea cumplirlo, por eso comenzó a restaurar la tierra, según vemos al final del versículo 2 de Génesis 1: “y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. ¡Gracias a Dios!
Punto Clave: Dios no desistió de Su plan.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Por qué Dios debió juzgar el primer mundo?

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Martes — Leer con oración: Gn 1:3-4, 7, 9-10; 1 Jn 1:5; 1 Co 15:47
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn 2:7)
LA PREPARACIÓN PARA LA CREACIÓN DEL HOMBRE
Al hacer Su obra de restauración, Dios preparó la tierra nuevamente para que el hombre pudiera habitarla. Todo lo que fue creado, del primer al tercer día, está relacionado con el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
En el primer día, dijo Dios: “Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas” (Gn 1:3-4). Este primer día de la creación está relacionado con Dios Padre, que es luz (1 Jn 1:5).
En el segundo día, Dios hizo la expansión, y separó las aguas de arriba –las nubes–, de las aguas de abajo –los mares–, que eran las aguas de juicio (Gn 1:6-7). La luz del primer día ciertamente produjo calor que provocó la evaporación de las aguas de los mares y así se formaron las nubes. Dios llamó a la expansión cielos, y el aire que lo compone representa al Espíritu.
En el tercer día, surgió la porción seca de entre las aguas (v. 9). Primeramente, Dios dijo que se juntaran las aguas en un solo lugar. Para que eso ocurriera, la tierra se tuvo que acomodar, así pues surgieron las depresiones en donde se acumularon las aguas de los mares. “Y llamó Dios a lo seco Tierra” (v. 10), esto hace referencia al Cristo resucitado.
En esta semana veremos que el primer hombre fue formado del polvo de la tierra, por tanto, es terrenal (Gn 2:7; 1 Co 15:47).
Punto Clave: Los tres primeros días corresponden al Dios Triuno.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Con qué finalidad el Señor restauró la tierra?

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Miércoles — Leer con oración: Gn 2:5-7
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales” (1 Co 15:47-48)
EL PRIMER HOMBRE ES TERRENAL
Como vimos ayer, Dios preparó la tierra en el tercer día. Sin embargo, hasta aquel entonces no había “toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra” (Gn 2:5). Para formar al hombre, Dios necesitaba del polvo de la tierra más el agua, y para obtener esa agua, era necesario que lloviera, algo que aún no había ocurrido.
Entonces, para crear al hombre, Dios preparó “de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (v. 6). Dios formó al hombre del polvo de la tierra mezclado con el agua que provenía de ese vapor (v. 7). Después, Dios hizo llover. Esto es algo muy significativo, puesto que para que el hombre pudiera sobrevivir en la tierra, necesitaba del agua de la lluvia, es decir, del agua que viene de arriba. Sin embargo, en su formación, las aguas de arriba aún no habían sido derramadas.
Anteriormente, cuando leía esta porción de la Biblia, no la entendía. Durante mucho tiempo busqué al Señor para tratar de comprenderla, hasta que recibí una luz: el primer hombre fue formado del polvo de la tierra que estaba mojado por el vapor que subía de ella y regaba toda la superficie. Por eso el primer hombre era terrenal. Aún no tenía nada que ver con lo celestial, porque no había sido formado con el agua de la lluvia. Esta agua representa el derramamiento del Espíritu Santo.
Punto Clave: El hombre terrenal necesita del Espíritu para ser celestial.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre el vapor y la lluvia?

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Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Jueves — Leer con oración: Gn 1:16; 2:7; Sal 8:3; 1 Co 15:4, 45-47; He 2:5-8; Ap 5:10
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra (Os 6:3). Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co 15:49)
EL SEGUNDO HOMBRE ES CELESTIAL
En 1 Corintios 15:45a leemos: “Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente”. En ningún momento es mencionado el espíritu, únicamente el alma y la vida, pues se nos dice que el hombre fue hecho un alma viviente (cfr. Gn 2:7). A continuación Pablo dijo: “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo” (1 Co 15:46-47).
El primer hombre, Adán, fue formado del polvo de la tierra y es terrenal. Es muy significativo que este primer hombre fue formado del polvo de la tierra mezclado con el vapor que surgió en la superficie, y no con la lluvia que descendió del cielo. Esto muestra que este hombre no tenía nada que ver con lo celestial.
En el capítulo 8 del libro de Salmos, leemos que el Señor formó la luna y las estrellas (v. 3), pero no vemos que el sol es mencionado, la lumbrera mayor creada en el cuarto día (Gn 1:16), que representa la luz de la vida. Cuando David escribió este salmo, vio sólo al primer hombre, Adán, y según lo que él entendió, éste fue creado por Dios sólo para señorear sobre los animales.
Sin embargo, el capítulo 2 de Hebreos dice que el hombre va a sujetar el mundo venidero (vs. 5-8). El hombre mencionado en esta porción se refiere a los redimidos por la sangre del Señor Jesús, aquellos que fueron redimidos para Dios, que proceden de todo linaje y lengua y pueblo y nación; que fueron hechos para Dios reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra (Ap 5:10).
El hombre terrenal, formado del polvo de la tierra más el vapor que subía de ella, no puede gobernar el mundo venidero pues fue formado del barro. Pero, gracias a Dios, porque en 1 Corintios 15:45b leemos: “el postrer Adán, espíritu vivificante”. El postrer Adán es Cristo, el segundo hombre, que murió y resucitó al tercer día. El segundo hombre es celestial, y será el que reinará, porque para poder hacerlo, es necesario primero pasar por el proceso de la muerte y la resurrección, así como ocurrió con el Señor Jesús (1 Co 15:4). ¡Aleluya!
Punto Clave: Muerte y resurrección.
Su punto clave es:
Pregunta: Señale las diferencias entre el primer y el postrer Adán.

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Viernes — Leer con oración: 1 Co 1:9; 2 Co 12:2-4
“Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co 2:11)
CONOCER POR EL ESPÍRITU LA VOLUNTAD DE DIOS
El hombre, después de haber sido creado por Dios del polvo de la tierra y que recibió en su nariz el aliento de vida, pasó a tener un espíritu humano, el cual fue creado para recibir y contener al Espíritu de Dios.
El espíritu humano tiene tres partes o funciones: la conciencia, la comunión y la intuición. La conciencia está relacionada directamente con el alma, que también está compuesta de tres partes: la mente, la voluntad y la emoción. La intención de Dios es que las tres partes del alma sean controladas por la conciencia, que está en el espíritu del hombre (Ro 2:15; 9:1).
La comunión nos sirve para relacionarnos con Dios, para contactarlo (1 Co 1:9). Por medio de la oración, hablamos con Dios y podemos mantenernos siempre en el espíritu (Ro 1:9; Ef 6:18). Gracias al Señor, cuando oramos, Él nos da Su gracia y nos atiende. La comunión que hay en el espíritu del hombre le permite tener un contacto vivo con Dios.
El espíritu también tiene la intuición. Dios nunca nos habla de Su plan detalladamente. Siempre nos da una pequeña percepción que luego comienza a desarrollarse y a madurar. La intuición poco a poco se vuelve más fuerte dentro de nuestra voluntad, y nos permite ver claramente la voluntad de Dios. ¡Gracias al Señor!
Si permanecemos siempre en comunión con Dios, ciertamente nos hablará a través de la intuición. No será como fue con Moisés, que escuchó al Señor hablarle directa y detalladamente en el monte Sinaí durante cuarenta días. Tampoco será como en el caso de Pablo que, en la región de Arabia, en el desierto, fue arrebatado al paraíso y allí oyó del Señor palabras inefables (2 Co 12:2-4). El Señor Jesús primero nos da una intuición y, a partir de ella, vamos percibiendo más claramente cuál es Su deseo y voluntad.
El mensaje de esta semana es un ejemplo. Yo no entendía por qué cuando Dios creó al hombre, no usó el agua de la lluvia, el agua que proviene del cielo, sino el vapor que subía de la tierra. Al ver esto empecé a buscar al Señor y a preguntarle: “Oh Señor, ¿Por qué surgió el vapor de la tierra con el cual formaste al hombre?”. ¡Gracias al Señor! como resultado de esa comunión vino este mensaje. ¡Aleluya!
Punto Clave: Una intuición fuerte nos lleva a conocer la voluntad de Dios.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo ha sido su comunión con Dios?

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Sábado — Leer con oración: Mt 16:21; 1 Co 15:45; He 2:15
“Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos” (He 2:7)
EL CRECIMIENTO DE VIDA CALIFICA AL HOMBRE PARA GOBERNAR
Dios creó al primer hombre pero, como ya vimos, el hombre terrenal no puede gobernar sobre el mundo venidero. El hombre terrenal sólo puede sojuzgar a las ovejas, los bueyes, los animales del campo, etc. Sin embargo, el hombre que gobernará sobre el mundo venidero tiene que pasar por un proceso más.
El hombre terrenal fue formado del polvo de la tierra y hecho un poco menor que los ángeles (He 2:7). Antes de creer en el Señor Jesús, estábamos bajo el control de los ángeles y del príncipe de la potestad del aire (Ef 2:2). Temíamos a Satanás y estábamos sujetos a servidumbre por temor a la muerte (v. 15). Muchas personas todavía están en esa situación.
Sin embargo, el segundo hombre, el postrer Adán, pasó por la muerte y la resurrección y se hizo el Espíritu vivificante. El Espíritu es representado por la lluvia del cielo. El Espíritu desciende al hombre como la lluvia, y le suministra la vida de Dios. Al creer en el Señor Jesús, recibimos este Espíritu y obtuvimos la vida divina, la vida de Aquel que es celestial. A partir de allí, necesitamos mostrar siempre esta imagen, es decir, vivir por la vida divina.
Para que podamos gobernar sobre el mundo venidero, debemos volver nuestra atención a la vida de Dios. El hombre terrenal necesita recibir al Espíritu vivificante y Su suministro, a fin de crecer en la vida divina. Cuando hablamos de llevar vida para todos, nos estamos refiriendo a llevar la vida de Dios a todos los hombres terrenales, dándoles así la oportunidad, a través del último Adán, el hombre celestial, de crecer en vida y gobernar el mundo venidero. ¡Aleluya!.
Punto Clave: Crecer en vida para gobernar sobre el mundo venidero.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cuál es el proceso por el cual necesitamos pasar para gobernar sobre el mundo venidero?

APARTADO ESPECIALMENTE PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA
Semana 3 — Dios creó al hombre del polvo de la tierra
Domingo — Leer con oración: Ro 7:15, 19, 23; 8:2; 1 Co 12:3; Ef 5:18-19; 1 Ts 5:17
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Ro 8:13)
LLENARSE DE LA VIDA DIVINA
Como ya vimos, no todos los hombres creados por Dios gobernarán sobre el mundo venidero. El hombre por ser natural, terrenal, necesita experimentar la muerte y la resurrección del Señor (Ro 6:5-9). En Su resurrección, el Señor Jesús llegó a ser el Espíritu vivificante. Cuando oímos el evangelio y creímos en él, el Espíritu entró en nosotros y nacimos de nuevo, recibimos la vida de Dios (Jn 3:3-5; Ef 1:13).
Después, necesitamos dar un paso más, es decir, recibir “la lluvia que viene del cielo”, que representa al Espíritu vivificante. Este Espíritu es el que nos hace crecer en vida. Por tanto, necesitamos tener más contacto con Él. Incluso para negar la vida del alma necesitamos de la ayuda del Espíritu vivificante. La manera más sencilla de contactarlo es por medio de invocar el nombre del Señor y leer-orar la palabra de Dios. Hemos experimentado que tales prácticas nos llevan al Espíritu, y en comunión con el Señor, obtenemos más de la vida divina.
Cada vez que contactamos al Espíritu vivificante, somos iluminados y guiados al arrepentimiento; también somos alentados a negar la vida del alma y a ser llenos de la vida de Dios. Siempre que nos llenamos del Espíritu, es como si el “ADN” de Dios nos es añadido. ¡Gracias al Señor! Así, poco a poco, nuestra alma va siendo permeada con la vida y naturaleza divinas. Esto es realmente un gran aliento para que siempre busquemos llenarnos de la vida de Dios.
Al hombre no le gusta caer en el pecado, pero no tiene la fuerza para vencerlo (Ro 7:15, 19). A pesar de que su corazón no desea pecar, el hombre no puede hacer el bien, porque el pecado que está en él lo lleva a hacer aquello que no quiere (v. 23). ¿Qué podemos hacer frente a esto? El camino es invocar: ¡Oh Señor Jesús! Invocar al Señor nos lleva al Espíritu, y por el Espíritu podemos hacer morir las obras de la carne y tener vida (8:13). Sin el Espíritu vivificante no tenemos la fuerza para vencer el pecado.
Que el Señor amplíe nuestra visión con respecto a Su plan, para que busquemos cada vez más ejercitar nuestro espíritu a fin de recibir al Espíritu vivificante y así, creceremos en la vida divina. De esta manera, expresaremos la vida divina que mora en nosotros a muchas personas, y juntamente con ellas, entraremos en el reino venidero para gobernar con el Señor. ¡Aleluya!
Punto Clave: Ejercitar el espíritu para crecer en vida.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo podemos crecer de manera práctica en la vida divina?
Dong Yu Lan
¡Jesus es el Señor!

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