mi voz suplicante,
porque tiende su oído hacia mí
en cuanto lo invoco.
Me ha impactado mucho el versículo que abre el salmo y que explica la razón por la cual el poeta tiene una actitud de gratitud y amor hacia Dios, el Señor es alguien que escucha y lo hace atentamente. La expresión, tiende su oído hacia mí, nos deja ver una escucha concentrada, interesada y atenta. El cuerpo del oyente acompaña a su mente, está totalmente entregado y comprometido con aquel que habla.
Hoy en día es muy difícil encontrar gente que escuche. Es fácil, tremendamente fácil, encontrar gente buscando un oído en quien descargarse, alguien que oiga. Es interesante porque hay personas que no son muy exigentes, sólo esperan que alguien las oiga, ni siquiera piden ser escuchadas, tan sólo buscan poder descargar sus pensamientos, ideas, angustias o necesidades. Tan sólo necesitan hablar. Lo que el salmo me indica es que Dios no únicamente me oye (todos hemos aprendido a oír sin escuchar) sino que también me escucha, y lo hace atentamente, me da su atención concentrada, todo su interés. Nada de mi experiencia como ser humano le es indiferente.
Pero también me maravilla de Dios que no únicamente escucha, sino que también entiende. Porque si es cierto que es difícil encontrar alguien que escuche, aún lo es más encontrar alguien que entienda. Todos hemos sentido en más de una ocasión la triste realidad de ver que, a pesar de todos sus esfuerzos, nuestro interlocutor no nos entendía en absoluto ¿No es cierto?
La ventaja con el Señor es que escucha y entiende. No puedo olvidar que ha sido un ser humano, ha pasado por todas las experiencias por las que yo he pasado, las ha vivido y sentido en sus propias carnes, por tanto, me puede entender cuando le hablo porque Él has estado allí.
¡Qué privilegio poder contar con un Dios que escucha y entiende!
Dios escucha y entiende.
Una oración
Por el conocimiento de las buenas noticias en Uruguay.
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