Me ha hecho pensar en la expresión tender la mano. De alguna manera el énfasis se coloca sobre mí. Soy yo quien de forma voluntaria, consciente e intencional ofrezco al mal la posibilidad de tomar posiciones en mi vida y experiencia. No se trata que este, el mal, me ataca y derrota. No estamos hablando de una emboscada en la que me veo sorprendido por fuerzas ocultas que pugnan y luchan contra mí. Antes al contrario, se trata de la seducción del mal ante la cual yo voluntariamente me ofrezco a abrir la puerta de mi experiencia.
Es una realidad que siempre existe un coqueteo con el mal. Este tiene un gran poder seductor, de otra manera, la tentación y el pecado en vez de atraernos nos repulsaría. La invitación de la Biblia es a ser conscientes de ello y no brindar una oportunidad por donde la maldad pueda colarse.
No des oportunidad al mal en tu vida.
Deja una respuesta