Validando mi feminidad: Me gusta ser bella

Hace algún tiempo, hablaba con una amiga sobre nuestra apariencia física; la belleza física, la importancia de arreglar nuestro exterior, etc.  Ambas, hemos pasado por un proceso de sanidad interior; un proceso de dejar el pecado sexual, sanar heridas del pasado, reconstruir nuestra feminidad y avanzar en el plan que Dios tiene para nuestras vidas como mujeres.  Algo descubrimos juntas: El proceso de restauración ha incluido un cambio en nuestro exterior; lo que Dios ha estado haciendo se ve reflejado en nuestro físico.

En artículos anteriores he compartido de mi pasado; viviendo una serie de abusos sexuales por parte de varios hombres; familia, amigos y personas desconocidas. Compartí de la violencia en la crecí; violencia de parte de mi papá hacia toda mi familia especialmente hacia mi mamá; hablé de mi pecado sexual y de los desórdenes alimenticios en los que estuve durante mucho tiempo. Compartí cómo estos hechos me llevaron a desconocer mi identidad como mujer y a creer varias mentiras acerca de mi condición femenina.

Hoy quiero hablarte específicamente de cómo mi apariencia física se vio afectada mientras lidiaba con el dolor, las heridas y el pecado.

Una de las promesas que me hice fue desaparecer cualquier rasgo femenino en mí. Decidí utilizar ropa holgada. Recuerdo incluso algunas veces prestando los pantalones de mis hermanos varones para utilizarlos. No me importaba mi arreglo físico; nada de cremas, maquillaje, perfumes, etc. Todo esto era sinónimo de debilidad. Nada de arreglo a mi cabello, ropa femenina (Un vestido causaba horror para mí, por ejemplo) y tantas cosas que ahora podría describir.

Ahora comprendo que todo lo anterior, simplemente estaba mostrando mi dolor. Mi exterior descuidado mostraba un interior que necesitaba ayuda urgente; un interior que estaba muriendo, un interior que estaba hundido en pecado. Mira esto:

Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. 1 Pedro 3:3-4 (NVI)

Este versículo es tan claro. En mi no había ni sombre de un espíritu suave y apacible. Mi interior estaba deshecho por lo que JAMÁS iba revelar la verdadera belleza; la belleza de Dios. Esto es revelador; en realidad es un misterio que mientras más cultivemos la belleza interior; más reflejaremos una belleza exterior: Dios lo promete así en su Palabra.

Después de decidir entregarle mi vida a Dios y permitir que el empezara a sanar y restaurar mi vida; empecé a sentir el deseo de arreglar mi exterior. Dios estaba haciendo algo grande en mi vida; me había perdonado, había mostrado su misericordia y su amor hacia mí. Estaba vendando mis heridas, sanando mi corazón. Me estaba dando la oportunidad de vivir otra vez, de empezar una vida en santidad y en pureza. Estaba cambiando mi lamento en alabanza, mis días empezaban a llenarse de gozo. ¡Era una mujer nueva! Deseaba gritar a los cuatro vientos lo que Dios estaba haciendo; deseaba que las personas pudieran ver mi interior y ver un interior renovado (algo imposible); pero luego entendí: MI EXTERIOR IBA A SER FIEL TESTIGO DE LO GRANDE QUE ES DIOS EN MI VIDA.

Hace algunos meses, fuimos con un amigo a tramitar nuestro pasaporte. Durante el proceso; me pidieron mi documento de identificación. Cuando mi amigo vio la fotografía de mi documento (en el momento de la foto tenía 18 años) quedó muy sorprendido; en medio de risas y asombro me aseguró que yo no era la de la fotografía. Si pudieras ver esa fotografía y compararla con una reciente; te darías cuenta que NO soy yo. En realidad no era yo; era una mujer llena de dolor, una mujer necesitando de Dios desesperadamente. ¡Fiel es Dios que mientras mi interior era renovado; Él también hacia su obra perfecta en mi exterior.

Quiero mostrarte un pasaje que se encuentra en Ezequiel (si pudieras leer el capítulo 16 versículos del 4 al 14 para comprender todo el contexto) Dios le habla al pueblo de Israel pero toma como metáfora a una mujer; la vida de una mujer. Al leerlo me siento totalmente identificada. El relato empieza describiendo una mujer que fue rechazada y abandonada desde su nacimiento hasta que el mismo Dios pasa junto a ella y se compadece. Mira este versículo:

Yo pasé junto a ti y te vi sucia en tus sangres. Y cuando estabas en tus sangres te dije: “¡Vive!” Ezequiel 16:6 (RV)

Este versículo hace referencia a una mujer que físicamente se encontraba mal (es de suponerse que su interior también estaba dañado debido al abandono), la Biblia nos dice que estaba SUCIA. Pero luego Dios empieza a transformar su vida; la limpió, la lavó, le dio ropa para vestirse, etc. Esta mujer tuvo un encuentro personal con Dios y en su necesidad permitió que Dios se acercara y la transformara. No tengo ninguna duda que Dios vendó su corazón y sanó sus heridas del pasado. Lo sorprendente, es el resultado final de esta mujer:

Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor. Ezequiel 16:14 (RV)

¡Wow! La Biblia misma dice que esta mujer era HERMOSA. Después de vivir abandono y rechazo, tiene un encuentro con Dios y Dios transforma su vida a tal punto de depositar belleza en ella; la misma belleza de Dios. Estoy completamente segura que esta belleza venía de adentro; de un corazón transformado por el poder de Dios.

¿Cuál es la clave de la belleza externa entonces? ¿Será el utilizar ropa a la moda? ¿El maquillarse? ¿Usar joyas? No digo que esto está mal en una mujer; simplemente, la belleza verdadera viene de adentro. Viene de la misma belleza de Dios; de entregarnos por completo a Él y tener un encuentro con el Dios vivo.

Ahora entiendo el porqué de la búsqueda de la belleza que nos ha caracterizado a las mujeres desde hace años. El porqué de las cirugías plásticas, de dietas, de accesorios, cremas, ejercicios, etc. Entiendo porqué nada de esto ha sido suficiente y porqué como mujeres deseamos más y más belleza. Hasta que comprendamos que la verdadera belleza viene de Dios y comprendamos que Él es el único que puede satisfacer esta necesidad; seremos completamente plenas en este tema.

Oro para mi corazón no se desvíe de esta verdad; no se desvíe del hecho de que yo represento la belleza de Dios. Oro para que Dios guarde mi corazón y pueda utilizar la belleza que Él me dio para mostrar a un Dios vivo en mí y no utilizar esa belleza como tentación a los hombres o hacer pecar a otras personas.


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