al Defensor de Jacob…
El Señor juró a David
una promesa que jamás revocará.
Yo puedo sustituirme por David y, entonces, me encuentro a mí mismo frente a Dios haciéndole votos y promesas. A la vez, oigo al Señor manifestando claramente su compromiso conmigo.
El asunto es mi fragilidad para mantener mis promesas frente a la consistencia y fidelidad de Dios a las suyas, sin mencionar, además, su paciencia, gracia y amor incondicional cuando de forma intencional y consciente rompo mis compromisos.
Pensar en este me lleva a la gratitud y a la necesidad. Gratitud por la fidelidad del Señor. Necesidad de ser más consecuente, de sufrir más si es preciso para mantener mis votos.
Mantener mis compromisos con el Señor.
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