el que hizo el cielo y la tierra.
El tema central es claro y directo, bendición. En el Antiguo Testamento bendecir era desear el favor de Dios sobre una persona. Dicho de otra manera, cuando le digo a alguien, el Señor te bendiga, estoy pidiendo que Él le sea favorable de una forma integral sobre su vida, que experimente su presencia y favor en todas las dimensiones de su experiencia humana.
Lo contrario de la bendición era la maldición. Implicaba el deseo contrario hacia la persona, es decir, que esta fuera privada del favor y la presencia de Dios.
Yo estoy llamado a bendecir, a desear a las personas, como lo expresaba recientemente otro salmo, el favor y la experiencia de Dios en todas las áreas de su vida. Yo estoy llamado a buscar intencionalmente el bien para la vida de otros en imitación del carácter benefactor de mi Padre.
Bendecir es desear el favor de Dios.
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