Algún tiempo después, los judíos celebraban una fiesta, y Jesús volvió a Jerusalén.
En Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, hay un estanque que en hebreo se llama Betzatá. Tiene cinco pórticos, en los cuales se encontraban muchos enfermos, ciegos, cojos y tullidos echados en el suelo.
Había entre ellos un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Cuando Jesús lo vio allí acostado y se enteró del mucho tiempo que llevaba así, le preguntó:
–¿Quieres recobrar la salud? –¿Quieres ser sano?—- ¿Te consideras realmente enfermo?–¿Quieres que destruya la raiz que provoca tu enfermedad?
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