de Israel, su pueblo cercano.
¡Aleluya!
Estaba pensando que hoy en día cuando pensamos en omnipresencia y omnipotencia no pensamos en Dios. La omnipresencia la ligamos y vinculamos con la crisis que está presente en todos los lugares a todas horas y es prácticamente imposible quitárnosla de la mente. La omnipotencia le corresponde al mercado, que parece decidir sobre la vida y fortuna de todos nosotros. A su capricho las acciones valen más o valen menos, los precios suben o se hunden y las economías se inclinan temerosas ante sus dictados, dudas, temores o caprichos.
Yo no quiero vivir en semejante tipo de mundo. Al menos, ya que no puedo sustraerme del mismo, me niego a dejarme controlar por él. Por eso quiero mirar hacia Dios y esperar en Él. Por eso quiero ver en el pasado, en mi pasado, mi historia, su intervención, su fidelidad, su carácter, su guía, su protección, su provisión para afrontar las circunstancias. Quiero hacerlo para vivir el presente con paz, seguridad y la certeza de que vivo en un universo controlado por Dios, no por el omnipresente mercado.
En tiempo de crisi, mirar a Dios.
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