Mi temor a tener amigos varones, después de la homosexualidad

Relacionarme con otros hombres ha sido de las batallas más peleadas que he tenido en mi mente, en mi alma y mi corazón. Creo que para todo aquel que ha salido del homosexualismo o ha luchado con la atracción al mismo sexo, el relacionarse con otros hombres ha sido o es un problema, y es por eso que en algunos lugares llaman a la homosexualidad “quebrantamiento relacional”. Empezaré escribiendo a grandes rasgos que fue lo que sucedió conmigo, luego los principales problemas que desarrollé y por último el avance que he logrado en mi camino hacia la libertad.

De pequeño, recuerdo que era un niño diferente, introvertido, tranquilo y muy pasivo. Diferente al niño promedio, lo que me llevó a ser rechazado, etiquetado y maltratado verbalmente por parte de otros niños. No desarrollé una identificación y pertenencia con mis iguales aunque siempre traté de “encajar”. Luego llegó la adolescencia, y mis relaciones interpersonales con las señoritas eran excelentes, pero con mis compañeros dejaba mucho que desear; siempre pensaba que era diferente, que sería rechazado, o que yo era mejor que ellos y que no necesitaba amigos varones. De hecho empecé a rodearme de amigas, lo cual me dio muy buena “reputación” entre mis compañeros varones.

Luego vino lo peor, empecé a sentirme atraído por algunos muchachos, y empecé con mayor fuerza a poner barreras y a aislarme de ellos, en mi miedo de no saber cómo relacionarme sanamente y de ser atacado y ridiculizado por lo que sentía.

Recuerdo que antes de empezar mi proceso de santificación, esto era sumamente común, mis amigos, a los que más aprecio tenía, a los que más admiraba y representaban algo en mi vida, me resultaban atractivos, y en más de alguna ocasión resultaba una relación emocional enfermiza con esa persona hasta que la amistad se rompía. Este mismo temor me llevó a colocar esas barreras que impedirían que yo pudiera sentir “afecto por alguien”.

Todo este bagaje emocional venía arrastrándose conmigo, y al hacer mi curso de 60 días para buscar mi libertad de la homosexualidad, el conseguir un amigo de responsabilidad fue difícil, por causa de mis miedos y mis hábitos nocivos al relacionarme con hombres. En todo este proceso pude identificar que mis luchas por las que no podía construir relaciones sanas con otros eran porque tenía que resolver cosas que venía arrastrando desde niño:

  • Identidad como hombre
  • Validación masculina
  • Sentido de pertenencia
  • Sentido de seguridad
  • Imagen de mí mismo

En el proceso de cambio, de sanidad, de libertad y de pureza, el relacionarme con otros hombres, el abrir mi corazón, el ser vulnerable y exponerme ha sido como una medicina, un tratamiento que ha venido a trabajar con mi carácter.

Pero rodearme de amigos cristianos y ser vulnerable ante ellos con respecto a esto, me hace ver que soy parecido a ellos, que tenemos las mismas dudas y las mismas inseguridades, con lo cual me ayudan a enfrentar y trabajar en esas dudas hasta superarlas. Constantemente me hago la pregunta de si soy lo suficientemente bueno como hombre, y por ende como amigo, sin embargo yo pensaba que esta duda era propia de mi trasfondo, pero para mi sorpresa cuando compartí con dos amigos y con mi Pastor, me comentaron la manera como ellos superaban ese temor, y así me di la oportunidad de abrirme a nuevas maneras de relacionarme con otros hombres.

He descubierto que no soy el mismo que antes, he encontrado un grupo de hombres en donde pertenezco, mi identidad está en Cristo, soy un hombre que le da la gloria a Dios con su forma de vivir, mis amigos y mis líderes me validan como hombre, y Cristo me da la seguridad que necesito. He encontrado que siendo abierto con mis luchas y al dejarme corregir en las mismas por otros hombres que nunca han experimentado atracciones hacia el mismo sexo, se ha fortalecido mi identidad como hombre.

He aprendido que tener una identidad masculina fuerte y sólida no es lo mismo que hablar vulgaridades o ser machista en mi trato hacia las mujeres, sino en desarrollar mi carácter y mejorar en aquellas cualidades que aún no están pulidas.

He aceptado junto a otros hombres, que ya no estoy en el pecado homosexual, ya no pertenezco ahí, mi identidad no se basa en mi pasado, mis sentimientos y atracciones están siendo restaurados y reconozco la amistad sincera de un buen amigo. No tengo por qué estar aislado, la Biblia me enseña sobre los amigos y la importancia de tenerlos para construir mi vida; también sé que es necesario que exista un afecto fraternal entre hermanos y entre hombres, estando en el mismo sentir, animándonos diariamente, apoyándonos y luchando hombro a hombro.

Para mi era sumamente difícil expresarle a alguien más: “mira mano te quiero”, aunque lo sintiera, y a veces queriéndolo hacer, sentía que era una frase “muy gay” o que la otra persona pensaría que yo lo era. Admito que me sigue costando pero ya lo puedo hacer con mayor naturalidad, y recibir de buen grado cuando mis amigos me lo expresan, es un cariño sano y necesario, y no hay nada de homosexual en ello.

A veces los fantasmas de la acusación, de la duda y del pasado quieren regresar a condenarme; pero la Biblia dice acerca de mi pecado homosexual: “eso eran ustedes, ya han sido lavados y justificados por la sangre de Jesús y el Espíritu Santo de Dios”, “olvidando lo queda atrás sigo hacia adelante persiguiendo el supremo llamado de Dios”. He de recordar que ya no soy lo que era, mi pasado no me define, estoy en la capacidad de construir amistades sanas con otros hombres, y si por alguna razón siento que las cosas se están saliendo de enfoque, puedo ser honesto conmigo, con Dios y con mis compañeros de responsabilidad, y al ordenar mis ideas y percepciones me doy cuenta que voy a una restauración integral de mis relaciones interpersonales.

Si estás luchando con atracciones al mismo sexo y piensas que una amistad sana con otro hombre es poco probable, quiero darte los siguientes consejos que me han funcionado:

  • Busca amistades masculinas dentro de un circulo cristiano que veas que modelen el amor de Cristo.
  • Tus amigos deben ser llenos de Dios y de fe, con los cuales puedas ser sincero, honesto, abierto y transparente.
  • Debes ser intencional en hacer amigos, es tentador excusarse en expresiones como “es que nadie me habla”, “es que no encajo”, “es que no sé si les caeré bien”; busca personas con las compartas aficiones similares, libros, música, TV, etc. Muéstrate amigo. La Biblia dice: “El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo”. Busca actividades donde conocer personas, un grupo de alabanza, estudio de la palabra, actividades especiales de ayuda, etc.
  • Forma parte de un equipo. Eso te saca del ensimismamiento, del egoísmo, el trabajar por otros y por una causa superior, es la forma en la que los hombres hacemos lazos unos con otros.
  • Al confesar y compartir tus luchas, no pretendas que todos te comprendan inmediatamente o ayuden, Dios pondrá a las personas que lo podrán hacer, o quizás necesites ser paciente mientras otros procesan las luchas que estás confesando.
  • Si te sientes inseguro con una amistad, porque te puedes sentir atraído, confiésalo a tu compañero de responsabilidad, y analiza bien que es lo que está sucediendo, probablemente estés admirando una cualidad de la que careces; trata de evitar la envidia.
  • Date la oportunidad, el perdón por lo que sucedió en tu pasado, y no prejuzgues la situación por lo que hacías antes, o por cómo se corrompieron algunas de tus relaciones con otros hombres.
  • Evita a toda costa la exclusión o la exclusividad, son dos males que anuncian la co-dependencia, y son la muerte de la amistad verdadera. No eres propietario de un amigo.
  • Identifica y elimina patrones nocivos que tienes para relacionarte, como el tratar de ‘modificar’ a un amigo, y el querer ‘salvarlo’ del pecado o del sufrimiento.
  • Asegúrate de dar y recibir la amistad, pues aunque parezca obvio, a veces lo olvidamos, si quieres confianza, brinda confianza, si quieres honestidad da honestidad, si quieres apoyo brinda apoyo. Jamás una relación tipo “azadón” ha funcionado.
  • Disponte a ser corregido en algunas ocasiones, es un proceso de aprendizaje, de crecimiento y como tal a veces duele.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.