JUAN 3. EL PRÓLOGO 3

Nadie ha visto a Dios jamás; pero el Hijo único, que está más cerca del Padre y que es Dios mismo, nos ha enseñado cómo es Dios.

(Juan 1:18)

Este sencillo versículo me desvela uno de los más grandes misterios que nunca han existido, cómo es Dios. Hay todo tipo de especulaciones acerca de Dios, su persona, cómo es, qué siente, qué piensa y, especialmente, cuáles son sus actitudes hacia nosotros los seres humanos.

¿Es Dios un policía universal siempre preocupado en castigar a los pecadores, de forma especial a aquellos que cometen pecados de índole sexual? o, por el contrario, ¿Es Dios alguien totalmente desinteresado de su universo al cual, una vez creado, a dejado a su propia suerte? y ¿Qué sucede con las versiones contradictorias de Él que aparecen en las mismas Escrituras?

Como decía antes Juan me ha desvelado el misterio porque afirma dos grandes verdades. La primera, nadie ha visto jamás a Dios, por tanto, es difícil hacerse una idea de cómo es. La segunda, Jesús me lo ha dado a conocer. Esto es algo brutalmente importante porque lo que significa es que la única manera de tener una idea correcta de quién y cómo es Dios, qué siente, qué piensa, cuáles son sus actitudes hacia mí y qué puedo esperar de Él es mirar a Jesús.

Jesús es el único interprete autorizado de Dios. Mirar a Jesús es mirar a Dios, porque ambos son la misma persona y porque Jesús, como leía ayer, es el Dios que se ha mudado a mi edificio de apartamentos.

Un principio

No hay manera de conocer a Dios sin mirar a Jesús.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.