*** Afinemos nuestros Oidos ***

Cierta niñita fue a visitar a su tía, que vivía en otra provincia.
Un día ésta la encontró llorando.
—¿Qué te pasa, querida? —le preguntó.
—Tengo hambre, nada más —respondió la niña.
—No necesitas pasar hambre en la casa de tu tía —contestó ella.
A los pocos segundos volvió con una taza de leche y pan.
—No tengo hambre de estas cosas —dijo la niña, sino de oír decir a mamita:
“Ven, preciosa, un beso para mamita.” ¡Pobre pequeña nostálgica!

Sus oídos estaban acostumbrados a los dulces tonos
de la voz de la madre, y ninguna otra cosa la satisfacía.

Adiestremos nuestros oídos hasta que respondan claramente a lo puro,
a lo dulce, a lo hermoso y sean sordos a los sonidos duros,
bajos y vulgares.

Y Dios nos ayudará a mantener nuestra vida a tono con la suya.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable,
si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.
Php 4:9 Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí,
esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros.

Filipenses 4: 8, 9



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