Bendición o maldición… ¡tu escoges!

«Dense cuenta de que hoy pongo ante ustedes la bendición y la maldición. La bendición, si ustedes atienden a los mandamientos que yo, el Señor su Dios, hoy les mando cumplir. la maldición, si no atienden a los mandamientos que yo, el Señor su Dios, hoy les mando a cumplir, y se apartan del camino para ir tras dioses ajenos que nunca antes conocieron. Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra de la cual vas a tomar posesión, pondrás la bendición sobre el monte Guerizín, y la maldición sobre el monte Ebal. Estos montes están al otro lado del Jordán, tras el camino del occcidente, en el Arabá, frente a Gilgal, junto al encinar de More, ya en territorio cananeo. Ustedes van a cruzar el Jordán para tomar posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Tomen posesión de ella, y habítenla, siempre teniendo cuidado de cumplir todos los estatuso y decretos que hoy he expuesto ante ustedes» Deuteronomio 11:26-32


Este pasaje resume perfectamente el mensaje que Dios le dio al pueblo hebreo a lo largo de este libro: les está indicando cual camino deben seguir si quieren una vida de bendición y cual camino seguir si, por el contrario, quieren maldición en sus vidas.


El mensaje de Dios es simple, ¿quieren bendición? ¿quieren prosperar? ¿quieren paz? ¡obedezcan mi palabra! ¿quieren maldición? ¿quieren ruina? ¿quieren destrucción? ¡olviden mis mandamientos!


A lo largo de estos pasajes no puedo dejar de pensar en lo vigente que es en nuestros tiempos este mensaje ¿por qué hay tanta miseria? ¿por qué hay tanta guerra, muerte y toda clase de perversiones? Es una pregunta válida en nuestros tiempos, por cierto, es usada como excusa por los ateos para reafirmar su creencia de que no existe Dios.


La respuesta no es sencilla, o quizás si… en palabras de Anne Graham (hija del famoso evangelista Billy Graham) «¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé su bendición y su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?»


Le exigimos a Dios que nos deje solos cuando ignoramos su palabra, cuando no estudiamos la biblia, cuando no meditamos ni reflexionamos en sus mandamientos, cuando no tomamos un poco de tiempo para pensar en él, y aun los cristianos, los hijos de Dios, actuamos de esta manera.


Dios nos está haciendo el mismo desafío que le hizo al pueblo hebreo: bendición o maldición… ¡tu escoges!


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