Butève.

John WilliamsBienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.Mateo 5:6.

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En un relato de la vida de John Williams (1796-1839), misionero en las islas de los mares del Sur, podemos leer la siguiente historia:

Un hombre llamado Butève sólo podía desplazarse de rodillas, pues una grave enfermedad había paralizado sus manos y sus pies. Butève vivía lejos de la casa misionera y nunca había podido asistir a sus reuniones cristianas; sin embargo era un creyente feliz.

Un día en que Williams estaba en el pueblo de Butève, éste llegó como pudo hasta el misionero y le dijo con una sonrisa: «¡Bienvenido, siervo de Dios, tú que trajiste la luz a este oscuro país! ¡Gracias a ti tenemos la palabra de la reconciliación!». Al hablar con él, el misionero se dio cuenta de que Butève conocía bien la doctrina esencial del Evangelio y que Jesucristo era su Salvador.

Entonces le preguntó dónde había aprendido todo eso, y Butève le explicó su secreto: «Cuando la gente regresaba de la predicación, yo me arrastraba hasta el camino y les rogaba que me contasen lo que habían oído. Uno había retenido una cosa, otro otra… Luego juntaba todas las migajas que habían caído de la mesa de Dios; y fue así como encontré la salvación y la paz en Jesucristo».

Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Señor Dios de los ejércitos” (Jeremías 15:16). “Damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis… como palabra… de Dios” (1ª Tesalonicenses 2:13).

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