Nunca sabrás cuanto necesitas de Dios, hasta que te encuentres en una situación donde él sea lo único que tienes.-Autor Desconocido
Gracias por otro día más de vida. Por darme la oportunidad de ser sorprendida por un esplendoroso amanecer que hace reverencia ante mi ventana recordándome con cada rayo de luz una nueva porción de tu bondad y misericordia.
Hoy quiero disfrutar de tu compañía y perderme desmedidamente en esos brazos que SIEMPRE me han sostenido, especialmente en medio de la aflicción y el quebranto.
Gracias por escuchar con paciencia cada una de mis súplicas que entre sollozos y suspiros te expreso. Con ternura enjugas cada una de mis lágrimas.
Me abrazas fuertemente a tu pecho y me dices al oído “¡sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque yo te acompañaré donde quiera que vayas” “Hija mía, no temas porque no estás sola. Te ungiré con aceite fresco y haré resplandecer tu rostro. No te dejaré caer en vergüenza, porque te he elegido con un propósito especial”
Tus palabras son remedio a mis heridas y me llenan de valor para que de una vez por todas entienda, que en medio de las tinieblas y el embravecido mar, no puedo perderte de vista ni por un segundo para no perecer. Tú renuevas mis fuerzas y me haces caminar sobre las aguas.
Cuando pienso en mis errores y en mis caídas más profundas, solo atino a darte gracias, porque en el valle de la desesperación y la amargura, fue donde descubrí tu gran amor por mí y tu compasión que jamás se agota.
Siempre estás a mi lado, pero cuando ríos de lágrimas corren por mis mejillas, te revelas a mi vida de manera sobrenatural, haciéndome sentir el centro de tu atención.
¿Cómo no agradecerte? Gracias por otro día más de vida. Por darme la oportunidad de ser sorprendida por otro esplendoroso amanecer, que una vez más hace reverencia ante mi ventana, anunciándo tu amor por mí.
¡Feliz Día!
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