Como un Niño.

No menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre… El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido… No es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.Mateo 18:10-14.

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Jesús enseñaba en medio de una multitud cuando le trajeron unos niños, pero sus discípulos trataban de alejarlos de él. Entonces Jesús, indignado, exclamó: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14). ¡Qué amor y cuidados manifestaba el Señor para con todos los niños! Él no quiere que los despreciemos ni que los dejemos de lado. Desde muy pequeños son beneficiarios de la obra de redención. Jesús vino para salvarlos, y si la muerte los sorprende antes de que hayan alcanzado la edad de la responsabilidad, van a Jesús, incluso si sus padres son incrédulos, paganos o idólatras. Este es un verdadero consuelo para una familia cristiana que ha perdido un pequeño.

La edad de la responsabilidad obviamente no es la misma para todos. Dios es el que juzga con perfecta justicia. Desde muy temprano algunos niños son conscientes de su estado de pecado y culpabilidad ante Dios; en cambio otros tardan más en comprender que son pecadores y que Jesús murió por ellos.

Los ojos del Señor están sobre ellos desde su concepción (Salmo 139:16). Él los pone como ejemplo de confianza (Mateo 18:3-4), de alabanza (Mateo 21:16). Les revela sus secretos (Mateo 11:25). El buen Pastor cuida especialmente a los corderos del rebaño (Isaías 40:11).


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