Crear vs. engendrar

Al fin lo comprendo. He creado libros: tramas, personajes y paisajes. Yo decido de dónde vienen y a dónde van. Aún cuando a veces me sorprende lo que algunos personajes hacen, yo puedo decidir si se quedan o se marchan. Sin embargo, crear es formar algo distinto y de otra naturaleza, algo que queda fuera de nosotros, algo que no es nuestro.

Engendrar, por otro lado, es transmitir nuestra naturaleza en otro, nuestros genes y nuestra personalidad, un poquito de nosotros. Engendramos y luego nos sorprendemos. No controlamos al otro; es un ser con voluntad, que incluso sale de las expectativas que guardábamos.

Cuando creamos controlamos (en cierto modo), cuando engendramos damos libertad al otro (en cierto modo). Ya no controlamos ni dictamos sentencia, sino que más bien tratamos de guiar y dirigir.

Pero eso es lo que hace a un hijo mucho más especial que escribir un libro o plantar un árbol. Es ese “no saber” lo que atrapa; ese “educar” que nos saca canas verdes. Porque engendramos un ser humano, lo que implica responsabilidad; transmitimos a otro nuestros valores, lo que encierra grandes posibilidades.

Disfrutemos el “crear” (al escribir, pintar, moldear, cocinar), y también el “engendrar”. Dios ha hecho ambos. Nos creó, pero también –a quienes hemos creído en él- nos ha engendrado. ¡Qué bendición!

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.