*** Cuantos otros te fallen ***

Cuando otros te fallen o cometan lo que a tu modo de ver son errores,
en vez de contrariarte y estallar en ira, di: «Ruego por ellos.
Los aprecio mucho. Quiero ayudarlos y facilitarles las cosas.
» Abriga pensamientos amorosos por aquellas personas que te desesperan.
Ora por ellas.
Gracias a esas oraciones y pensamientos, el amor que tienes
en el corazón podrá impregnar tu espíritu y vencerá el orgullo
y el egoísmo.

Independientemente de la magnitud del mal, la solución radica en dejar
que penetre Mi luz.

El secreto de la victoria está en la Palabra.
Cualquiera que sea la debilidad —excesos, impaciencia, pereza, desidia,
descuido, mundanería, orgullo, celos, complejo de inferioridad, dudas—,
sea cual sea la falta, la flaqueza, el error, en Mi Palabra yace el secreto
de la superación. En Mi Palabra está la clave para lograr una victoria duradera. Cuando Mi Palabra toca vivamente un corazón, lo imbuye de poder y fortaleza duraderos.
Sé bueno contigo mismo: apaciéntate de Mi Palabra.
Luego propágala entre quienes necesiten ayuda. Transmítela,
comunícala, obra conforme a ella, habla de ella.
Ponla por obra y embébete de ella hasta que te salga por los poros.
Si tu hermano o tu hermana caen, levántalos con Mi Palabra.



Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que

presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable
(agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes.
Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense

mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es
la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto.
Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de

ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino
que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha
distribuido a cada uno.
Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros,

pero no todos los miembros tienen la misma función,
así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e

individualmente miembros los unos de los otros.
Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada,

usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe;
si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad (con sencillez);

el que dirige (presta ayuda), con diligencia; el que muestra misericordia,
con alegría.
El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándose a lo bueno.
Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal;

con honra, dándose preferencia unos a otros.
No sean perezosos en lo que requiere diligencia.

Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor,
gozándose en la esperanza, perseverando en el sufrimiento,

dedicados a la oración,
contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando

la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen. Bendigan, y no maldigan.
Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran.
Tengan el mismo sentir (pensar) unos con otros.

No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humildes.
No sean sabios en su propia opinión.
Nunca paguen a nadie mal por mal. Respeten (Consideren)

lo bueno delante de todos los hombres.
Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos

los hombres.
Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la

ira de Dios, porque escrito está: «MIA ES LA VENGANZA, YO PAGARE,»
dice el Señor.
«PERO SI TU ENEMIGO TIENE HAMBRE, DALE DE COMER; Y SI TIENE

SED, DALE DE BEBER, PORQUE HACIENDO ESTO, CARBONES
ENCENDIDOS AMONTONARAS SOBRE SU CABEZA.»
No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien.

ROMANOS 12



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