Dadores de consuelo

SALMO 72.12-14

“Porque él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no tuviere quien le socorra. Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, y salvará la vida de los pobres. De engaño y de violencia redimirá sus almas, y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos”.

¿Qué lecciones podemos aprender al reflexionar en los ataques del 11 de septiembre de 2001? Al pensar en cómo respondieron los estadounidenses, recuerdo la extraordinaria abnegación y compasión que demostraron. Muchos bomberos y policías de Nueva York arriesgaron —y sacrificaron— sus vidas en las labores de rescate. En todo el país, la gente trató de ayudar a las víctimas y a sus familiares de cualquier manera posible. Algunos donaron sangre, y otros, dinero.

Al recordar estos actos altruistas, debemos sentirnos inspirados a demostrar bondad en tiempos de desastres, ya sean naturales o provocados por el hombre, nacionales o locales. Como vimos hace una década, la verdadera compasión no solo trata de comprender el dolor de los demás, sino también proporciona ayuda práctica. A la luz de los recientes desastres que han ocurrido a nivel mundial, pensemos en cómo podemos expresar interés y preocupación por los afectados.

Primero, recuerde que tenemos un privilegio maravilloso: la capacidad de tocar a cualquier persona en el mundo por medio de la oración. No importa cuán lejos estén las víctimas, pueden ser consoladas por Dios al él responder a nuestro clamor sincero. Así que, tan pronto como se entere de una tragedia, comience a orar por las víctimas, los rescatistas, y los encargados de manejar la crisis. Deje que el Espíritu Santo le guíe al pedir la protección, la provisión, el consuelo y la conciencia de la presencia de Dios, y de cualquier otra cosa que él considere conveniente (Ro 8.26).

Segundo, las donaciones (de dinero, alimentos, ropa, artículos para el hogar) y muchas clases de ayudas suelen ser de alta prioridad. Es prudente asociarse con organizaciones de ayuda confiables, y preguntar a fuentes de confianza qué se necesita. Las limitaciones para viajar pueden reducir sus opciones, pero en las situaciones locales usted puede expresar su compasión con palabras de consuelo, un cálido abrazo, o simplemente un oído atento. Mediante este tipo de amor, el mundo reconocerá su Luz verdadera: Jesucristo, quien fue ungido para dar buenas nuevas a los abatidos, vendar a los quebrantados de corazón, y a consolar a todos los enlutados (Is 61.1, 2).

En este sombrío aniversario, recuerde algunos de los actos de bondad generalizados que hubo después de la tragedia. Que esos recuerdos le motiven a darse cuenta de las necesidades a su alrededor, y a suplirlas con el amor de Cristo. Además, piense en algún desastre en las noticias de este año, y pídale al Espíritu Santo que le revele las maneras de orar por las familias que siguen sufriendo. Su preocupación puede tener un impacto profundo.

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