Daniel Capitulo 6



Bendiciones hermanos.



Continuamos con la lectura del libro de Daniel, hoy con el capitulo 6 que trata un tema como, Daniel en el foso de los leones.

Padre nuestro, gracias hoy te damos por tu amor y por Cristo, te alabamos y te adoramos, te pedimos que por medio de tu Espíritu nos des el conocimiento necesario para no desviarnos del camino recto, ponemos en tus manos este foro por el cual llevamos tu palabra por el mundo y guárdanos de todo mal, te lo pedimos en el nombre de Jesús amen.

Daniel

Capitulo 6

Daniel en el foso de los leones

1 Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas que gobernaran en todo el reino.

2 Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas dieran cuenta, para que el rey no fuera perjudicado.

3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino.

4 Los gobernadores y sátrapas buscaron ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado con el reino; pero no podían hallar motivo alguno o falta, porque él era fiel, y ningún error ni falta hallaron en él.

5 Entonces dijeron aquellos hombres: «No hallaremos contra este Daniel motivo alguno para acusarlo, si no lo hallamos contra él en relación con la ley de su Dios».

6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron:
–¡Rey Darío, para siempre vive!

7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real, y lo confirmes, ordenando que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, rey, sea echado al foso de los leones.

8 Ahora, pues, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, que no puede ser abrogada.

9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa; abiertas las ventanas de su habitación que daban a Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, oraba y daba gracias delante de su Dios como solía hacerlo antes.

11 Se juntaron entonces aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.

12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real:
–¿No has confirmado un edicto ordenando que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, rey, sea echado al foso de los leones?
Respondió el rey diciendo:
–Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, que no puede ser abrogada.

13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey:
–Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.

14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarlo.

15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron:
–Sabes, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.

16 Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel, y lo echaron al foso de los leones. El rey dijo a Daniel:
–El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.

17 Trajeron una piedra y la pusieron sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se cambiara.

18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó en ayunas; no trajeron ante él instrumentos musicales, y se le fue el sueño.

19 El rey se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones.

20 Acercándose al foso, llamó a gritos a Daniel con voz triste, y le dijo:
–Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?

21 Entonces Daniel respondió al rey:
–¡Rey, vive para siempre!

22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.

23 Se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso. Sacaron, pues, del foso a Daniel, pero ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.

24 Luego ordenó el rey que trajeran a aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados al foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.

25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra:
«Paz os sea multiplicada.

26 De parte mía es promulgada esta ordenanza: «Que en todo el dominio de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel.
»Porque él es el Dios viviente
y permanece por todos los siglos,
su reino no será jamás destruido
y su dominio perdurará hasta el fin.



27 Él salva y libra,
y hace señales y maravillas
en el cielo y en la tierra;
él ha librado a Daniel
del poder de los leones»».

28 Daniel prosperó durante los reinados de Darío y de Ciro, el persa.

Notas:

Daniel 6:1 Darío de Media: Cf. Dn 9.1. Las fuentes históricas extrabíblicas no mencionan a este personaje; tampoco es posible asignarle un lugar en la sucesión cronológica de los reyes del antiguo Oriente. Cf. Is 13.17; Jer 51.11, donde se menciona a los medos entre los pueblos que provocaron la caída de Babilonia.

Daniel 6:8 El contenido de este relato es muy semejante al del cap. 3. Por negarse a cometer un acto de idolatría, Daniel se ve en la necesidad de afrontar la muerte; pero Dios lo salva milagrosamente, como antes había salvado a los tres jóvenes arrojados al fuego. Véase Dn 3.1-30.

Daniel 6:10 Ley… que no puede ser abrogada: Cf. Est 1.19; 8.8.

Daniel 6:22 Nótese la manera de orar de los judíos que se encontraban lejos de Jerusalén: tres veces al día, puestos de rodillas y con la mirada vuelta hacia el templo de Sión (cf. 1 R 8.44,48). La primera de estas oraciones se hacía temprano en la mañana, cuando se ofrecía el sacrificio matutino; la segunda, hacia las tres de la tarde, hora en que se ofrecía el sacrificio vespertino; y la tercera, al atardecer, cuando empezaba a caer el sol. Véase Sal 5.7. Cf. también Sal 55.17.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.