Descansando en la Palabra de Dios

7:24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
7:25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
7:26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
7:27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
7:28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;
7:29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7: 24.

8:34 Bienaventurado el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día,
Aguardando a los postes de mis puertas.
8:35 Porque el que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de Jehová.
8:36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;
Todos los que me aborrecen aman la muerte. Proverbios 8:34.

El que tiene oidos para oir, oiga. Mateo 13:9.

Fue el apóstol Santiago uno de los primeros que entendió que todo hombre( ó mujer ),debe estar presto para oir, debe ser tardo para hablar, y también para airarse ó enojarse. El hombre debe recibir la Palabra de Dios con un corazón manso y humilde , y no enojarse nunca cuando ésta viene sobre él. Debemos recordar que cuando Dios nos envía su Palabra, ésta es siempre justa; airarse contra ella, impide que la justicia de Dios sea hecha. La mejor manera de recibir la Palabra de Dios es tener en nosotros un corazón manso y humilde, porque es esa clase de corazón al que Dios nunca desprecia.
Nos cuenta la Escritura como el profeta Natán fue enviado con una palabra departe de Dios al Rey David. El Rey David había hecho algo malo que no agradó a los ojos de Dios: Había tomado la mujer de otro hombre, la había dejado embarazada, y elaboró un plan para deshacerse de éste hombre en la guerra ( pués éste hombre era un fiel soldado ). El hombre finalmente murió; y el Rey tomó como esposa a la mujer de éste soldado.
Dios entonces envió al Rey, al profeta Natán , el cuál le contó una corta historia. Era la historia de dos hombres, uno pobre, y otro rico; El pobre solo tenia una corderita de la que cuidaba día y noche; el rico tenía multitud de ellas. Pero el rico » codició» la corderita de éste hombre pobre, y la tomó para sí, haciendo además que el hombre pobre muriese para que no la pudiese reclamar. Al oir ésto el Rey David se enojó contra ése hombre rico. ¿ Pero es que acaso no tenía muchas corderas? ¿ para que habría entonces de tomar la única que éste pobre hombre tenía ?.
El profeta Natán tras observarlo un rato, y ver sus reacciones, finalmente le dijo: Rey, tu eres ése hombre rico contra el que tanto te enojas; y acto seguido le contó al Rey lo que éste había hecho con la mujer del soldado Urías, y del plan que el Rey había trazado para deshacerse de su esposo. Al instante y trás recibir ésta palabra, el Rey David se humilló ante ella y dijo: he pecado contra Dios en ésto; y reconoció su pecado y anduvo humillado ante Dios. Se afligió ante Dios, y recibió en su corazón su Palabra reconociendo que Dios es justo y justa su Palabra. Ambos, David y Betsabé, perdieron al hijo que habían tenido, y reconocieron que Dios es un Dios justo.

David escuchó a Dios y su Palabra, y aunque ésta le era contraria, él no endureció su corazón contra ella. David no quiso pecar contra Dios defraudando así su alma. David jamás aborreció la Palabra de Dios, fuere cuál fuere ésta. El tenía a Dios como su Roca . El había edificado su vida en la Roca. La Palabra de Dios le era mas dulce que la miel. El estaba hambriento de la Palabra de Dios de tal manera que aún la palabra más amarga de él ,le parecia dulce. Amaba la Palabra de Dios más que a su propia vida. No concebía su vida sin la Palabra de Dios. El había dispuesto su corazón para recibir siempre con mansedumbre la Palabra de Dios; el había dispuesto en su corazón no endurecerse contra las palabras de Dios, fuesen éstas hacia su vida buenas ó malas. El sabía que Dios es un Dios justo, y que todo lo que dice es verdad. Sus oidos estaban siempre atentos a las palabras de Dios. La Palabra de Dios era siempre su guía. Siempre consultaba a Dios y esperaba en su Palabra; y cuando la recibía, descansaba en ella con la misma confianza que un niño descansa en los brazos de su madre. El decía a Dios: Tu encenderás mi lámpara; alumbrarás mis tinieblas. Contigo oh Dios desbarataré ejercitos , y asaltaré sus muros ; tú oh Dios eres perfecto, y perfecto tu camino; Acrisolada y pura es tu Palabra. Eres escudo a todos los que en tí esperan. ( Salmo 18: 28 ).

Desde mi habitación, en ésta mañana, solo quiero pediros que recibais la Palabra del Señor con mansedumbre en vuestros corazones. Sea lo que sea, recibidla con humildad; si la oyereis hoy, no endurezcais contra ella vuestros corazones.
Que Dios nos conceda un corazón como el del Rey David. Un corazón que se humilla y tiembla ante su Palabra. Un corazón hambriento por la Palabra de Dios. Un corazón que vela a las puertas de su Casa cada día aguardando hata recibir la Palabra. Esa Palabra la cual sale de la boca del Señor nos está llamando diciendo: Venid a mí todos los que estais cargados y trabajados , y yo os haré descansar. La Palabra de Dios es nuestro descanso hoy, como lo fue para el Rey David, ayer.
Que Dios os bendiga.

Con amor,

TATIS


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