DESEANDO LA PALABRA DE DIOS


“Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia y desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (I Pedro 2: 1-2).
El creyente debe tener una actitud de corazón que le permita decir: “Anhelo a Dios y Su Palabra más que cualquier cosa”.  Si vamos en pos de la verdad divina tan seriamente como algunas personas procuran las riquezas materiales, la encontraremos porque Dios la ha hecho disponible (Job 28).
Se dice que un joven que una vez se acercó al filósofo griego Sócrates, le preguntó: “Oh Sócrates, ¿podría usted ser mi maestro?”. Sócrates le respondió: “Sígueme”, y se volvió y camino en el mar. Continuó caminando y caminando, y el joven continuó siguiéndolo y siguiéndolo. Deseaba mucho tener al maestro Sócrates como mentor. Finalmente, llegaron a la profundidad en la que el agua tocaba justamente el borde de sus labios. Sócrates entonces dio la vuelta y colocó ambas manos sobre la cabeza del joven y lo empujó debajo del agua. El joven, queriendo ser un estudiante obediente, permaneció debajo del agua por un poco de tiempo. Pero pronto comenzó a escupir y a chisporrotear a su alrededor mientras cogía aire. Durante ese tiempo, Sócrates, quien evidentemente era fuerte, lo mantenía debajo del agua. Pronto el joven comenzó a soplar grandes burbujas y agitarse enloquecidamente. Finalmente, Sócrates retiró sus manos de su candidato a estudiante, quien saltó a la superficie del agua.
Haciendo esfuerzos para respirar y escupiendo agua de su boca, el joven frenéticamente le preguntó al filósofo, ¿por qué hizo usted eso? ¿Por qué? Sócrates le contestó: “Cuando desees aprender tanto como deseas respirar, seré tu maestro”.
Cuando los creyentes queramos encontrar y conocer la verdad de la manera como algunas personas buscan tesoros naturales, cuando los creyentes ansiemos la Palabra de Dios tan apasionadamente como un bebé desea la leche, creceremos y maduraremos y llegaremos a ser semejantes a Cristo.
Josué 1: 8 proporciona un resumen adecuado para nuestro estudio del crecimiento espiritual: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”. La clave está en absorber la Palabra de Dios y vivirla diariamente.
Fragmento tomado y adaptado del libro Los pilares del carácter cristiano de John MacArthur.


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