Dios valida mi feminidad: Dejé de odiar ser una mujer

Después de atravesar una infancia difícil, viviendo dentro de un ambiente violento y destructivo, con un padre que abusó sexual, emocional y físicamente de mí; un padre que invalidó mi feminidad; me encontré con la confusa pregunta de qué significaba ser mujer, una mujer de verdad.

De pequeña, no recuerdo haber recibido ninguna palabra que me hiciera sentir amada y aceptada por mi papá. Al contrario, sus palabras hacían referencia a que era y sería un objeto sexual por el resto de mis días. La relación que mis padres tenían, también confundió mi idea de lo que significa ser mujer. Mi mamá vivía sujeta a la violencia y maltrato de mi padre.

Mi adolescencia fue difícil, mi padre había muerto cuando yo tenía 8 años lo que significó que mi mamá trabajara y nos dejara en la casa con muchas responsabilidades. Personalmente, mis responsabilidades eran las de una “mujer”, velar porque mis hermanos tuvieran su comida, ordenar la casa, etc. Recuerdo también que conforme fui creciendo una vergüenza muy grande me invadió cuando mi cuerpo empezó a cambiar, no sabía qué me sucedía y no tenía con quien hablar.

Mi adolescencia también se vio marcada por una serie de abusos sexuales por parte de muchos hombres; la maldición de ser un objeto sexual, aparentemente era real. No pude defenderme, no pude librarme de esos abusos.

Todo lo anterior significó una gran confusión para mí; ¿quién era yo? Mi feminidad me causaba vergüenza, mi identidad se basaba en ser humillada por un hombre. Me veía a mí misma como alguien débil, que no supo ni sabía defenderse, un objeto que sería utilizado por el resto de sus días. Con todas estas ideas, recuerdo haber detestado haber nacido mujer.

A la vez, me hice la promesa que NADIE, ningún hombre me humillaría más; estaba dispuesta a mostrarme fuerte. Toda mi apariencia cambió; no mostraría ningún rasgo femenino, ninguna de mis actividades serían femeninas, me hice de amigos varones que me ayudarían a ser más fuerte… Sin darme cuenta, estaba totalmente perdida en quién era yo.

Hace dos años aproximadamente, Dios empezó una obra espectacular en mí. Me sacó del pecado sexual y de hábitos alimenticios destructivos. Dejé el pecado pero… la obra no termina allí; bien dice la Biblia:

Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. Filipenses 1:6 (NVI)

Dios empezó a revelarme aspectos de mi carácter y de mi identidad que estaban totalmente confundidos; empezó a mostrarme que pensó en mi antes de la fundación del mundo… ¡Esto vino a chocar con mi idea de ser mujer! Si Dios hizo todo perfecto en mi, si Dios planeó mi vida, ¿estaba de acuerdo en que yo fuera mujer?

Tú creaste mis entrañas;me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien!

Salmo 139:13-14 (NVI)

¿Él me formó? ¿Él formó mi cuerpo de mujer? ¿Ese cuerpo que tanto me avergonzaba? ¡Así fue! Lo primero que Dios hizo con mi identidad fue mostrarme lo feliz que estaba cuando me formó, cuando nací y se anunció: ¡ES UNA NIÑA! Dios estaba enviando una niña al mundo, una niña con un plan perfecto.

Después de esto, debo admitir que he vivido y he atravesado un largo camino de restauración. Hay cosas que aún estoy descubriendo pero me siento emocionada y sobre todo dispuesta a aprender sobre mi identidad femenina. Debo ser sincera, me siento como una pequeña niña aprendiendo todo de nuevo; aprendiendo a dar sus primeros pasos, pero eso si… Tomada de la mano de mi Padre, quien tiene muchas palabras para validar mi feminidad, un Padre que disfruta mi esencia femenina, un Padre que me ama tal y como soy.

He aquí, algunas de las cosas que he aprendido en esta nueva etapa:

1. Llevo la misma imagen de Dios.

Y Dios creó al ser humano a su imagen;
lo creó a imagen de Dios.
Hombre y mujer los creó. Génesis 1:27 (NVI)

Este versículo refiere que tanto hombres como mujeres fuimos creados a imagen de Dios. Esta verdad es completamente reveladora. Personalmente, estoy acostumbrada a ver a Dios como HOMBRE, un Dios fuerte y valiente. Sin embargo, entiendo que la esencia de Dios es demasiado grande como para verse reflejada en un ser masculino solamente. Por esa razón, creó a la mujer, para mostrar otra parte de su esencia como Dios. Nosotras las mujeres también reflejamos a Dios, nuestro corazón femenino ha sido creado como un reflejo del mismo corazón de Dios. Reflejamos la belleza de Dios.

Haz considerado, ¿Por qué artistas famosos se han dedicado a retratar cuerpos y rostros femeninos? ¿Por qué no retratan cuerpos de hombres? La razón es simple, los rasgos de una mujer develan belleza pura. La misma belleza de Dios, mira esto:

Una sola cosa le pido al SEÑOR,
y es lo único que persigo:
habitar en la casa del SEÑOR
todos los días de mi vida,
para contemplar la HERMOSURA del SEÑOR
y recrearme en su templo. Salmo 27:4 (NVI)

Este texto hace referencia a un Dios hermoso, a un Dios digno de contemplar, admirar y disfrutar. A lo largo de toda la Biblia, encontraremos versículos que hablan de esa belleza, de su gloria y divinidad. Esa imagen se ve reflejada en nosotras las mujeres: ¡Qué privilegio!

Esta verdad, rompió con mi idea de ser un objeto sexual. No fui creada para eso; fui creada para mostrar la imagen de Dios. A la vez, me hace una invitación para vivir en santidad y pureza. Si mi cuerpo refleja a Dios, si mis rasgos femeninos hablan de la belleza de Dios… ¡Voy a cuidar mi cuerpo! Voy a cuidar lo que haga con él, mostrando fielmente que Dios se ve reflejado en mí.

Continuará…


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.