Dirigirse a Dios.

Cercano está el Señor a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.Salmo 145:18.

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti.Jonás 2:7.

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Por medio de la oración nos dirigimos a Dios y sabemos que él nos escucha (Salmo 65:2). La Biblia nos invita a hablarle “en todo tiempo con toda perseverancia y súplica” (Efesios 6:18). Dios está permanentemente listo para escucharnos. No es necesario seguir una regla, decir una oración clave o una frase obligatoria. Dios escucha lo que le decimos tal como nos expresamos, con las palabras que empleamos a diario.

Más adelante la Biblia precisa: “Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego” (Filipenses 4:6). No hay un tema demasiado pequeño ni demasiado grande para Dios, porque él se interesa en todos los aspectos de nuestra vida. Podemos contarle todo: preocupaciones, problemas, penas, angustias, necesidades materiales, teniendo la seguridad de que nos responderá en el momento oportuno (Hebreos 4:16).

Que los hombres oren en todo lugar” (1 Timoteo 2:8). No hay obligación de orar en un lugar determinado, por ejemplo en una iglesia. Dios escucha nuestras oraciones, incluso las que decimos en silencio, estemos donde estemos: en casa, en el vehículo, en la calle, en el trabajo… ¡incluso en la cárcel!

Dirijámonos a él sin ningún temor, libremente, con sinceridad, como los niños ante su padre. Él dijo: “Clama a mí, y yo te responderé” (Jeremías 33:3).


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