Dos oraciones

Dos oraciones

—En la epístola a los Efesios hay dos oraciones de Pablo. Cada una de ellas, y las dos en su conjunto, nos sugieren algunas cosas muy interesantes.

—Las cartas de Pablo están llenas de realidades espirituales que ya son herencia del cristiano en Cristo. Pablo gusta mucho de hablar de lo que ya tenemos en Cristo, por medio del Espíritu Santo. Pero el hecho de que aquí haya dos oraciones, significa que también hay cosas que no son todavía una posesión del creyente. La oración es una expresión tácita o explícita de una necesidad que planteamos delante de Dios. Es una demostración de nuestra pequeñez, por la cual nos acercamos al trono de la gracia.

—La primera oración está en el capítulo 1, y en ella, Pablo solicita al Padre dé a los efesios «espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él» (Cristo), para que ellos conozcan tres cosas: «la esperanza a que han sido llamados», «las riquezas de la gloria de su herencia en los santos», y «la supereminente grandeza del poder de Dios» para con ellos. Evidentemente, si Pablo, mediante los dones que él poseía, pudiese suplir esas carencias, no tendría necesidad de orar al Padre.

—Esto nos habla de que había cosas que los efesios no tenían, pero que deberían poseer. En la vida de cada cristiano –y de cada iglesia– sucede esto. Nadie ha llegado a la meta, como para decir que lo alcanzó todo. Entonces, surge la oración del apóstol a favor de los hermanos para que Dios intervenga desde los cielos.

—Pablo, el apóstol por excelencia, el receptor de los más grandes misterios de Dios, es absolutamente impotente –y todo siervo de Dios lo es– para comunicar a los hermanos que están bajo su cuidado, los más profundos misterios de Dios. Sólo el Padre lo puede hacer, mediante el espíritu de sabiduría y de revelación, que es una expresión del Espíritu Santo (Ver Isaías 11:2; Ap. 5:6).

—La segunda oración está en el capítulo 3. Esta parece ser una oración aún más sentida, pues la realiza de rodillas. El motivo de ella es que el Padre conceda a los hermanos de Éfeso «el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que…» (vv. 16-17). Este «ser fortalecidos en el hombre interior» es el primer peldaño de una escalera; es el requisito previo para que ellos pudieran alcanzar ciertos grados superiores en su vida como iglesia.

—¿Quién y cómo podría conceder a los hermanos este fortalecimiento del hombre interior? Pablo no podía; nadie podía; sólo Dios puede, por medio de su Espíritu. La impotencia de Pablo es la impotencia de todo hombre, aun de los más cercanos e íntimos en la obra de Dios. Hay un aspecto -y probablemente muchos- en los cuales Dios es soberano y todo-suficiente, pero en los cuales le es negado al hombre el alcanzarlo. Esto nos debe hacer más humildes delante de Dios, pues ni lo mucho ni lo mejor que hagamos basta para hacer la obra más fina de Dios. Esa obra primorosa, esos retoques de la mano experta, esa revelación más profunda acerca de Cristo, es obra del Padre, por medio del Espíritu, para aquellos que él quiere. Porque no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
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Aguas refrescantes 17 de agosto
A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente. Apocalipsis 19:8.
Nada tenemos de qué jactarnos. Por afuera y por aden¬tro nada hay que sea completamente puro. Cuanto más nos conocemos, más nos damos cuenta cuán viles somos. Nuestras mejores obras y nuestras mejores intenciones están entremezcladas con la impureza. Sin la limpieza de la sangre nos es imposible obtener la blancura interior.
Sin embargo, las vestimentas que aquí se mencionan no son sólo blancas sino resplandecientes. La blancura sola tiene la tendencia a opacarse, a tornarse pálida y ordinaria. Así es posible que seamos buenos pero que nos falte el lustre divino. El deseo de Dios para nosotros es que seamos puros y brillantes. En las Escrituras encontramos que con frecuencia la tribulación y la gloria están ligadas. Fue por el sufrimiento de la muerte que Jesús fue coro¬nado con gloria y honra. No debemos por tanto temer la aflicción. Son los días de dificultad los que nos hacen resplandecer.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
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