Perdonar significa “renunciar a todo derecho a castigar o a exigir una sanción por un agravio”. Y èsto, sin condiciones, porque dejaría de ser un perdón. Efesios 2.8, 9 amplía este concepto al contrastar el regalo de la salvación con las obras. Ni la salvación ni el perdón pueden ganarse; ambos deben darse gratuitamente. así como Dios nos ha concedido el perdón, que no merecíamos ni podíamos ganar, también nosotros debemos eximir a todo ofensor de cualquier forma de castigo.
El no perdonar es una esclavitud emocional que consume a la mente con el recuerdo de las ofensas, desfigura las emociones con la venganza, y llena al corazón de desasosiego. Sus tentáculos llegan hasta las profundidades del alma, afectando tanto la salud espiritual como la física. Pero quien decide dar amor y perdón, está listo para recibir la paz de Cristo. Deje que la Palabra de Dios le ayude a poner su ira y sus heridas en las manos amorosas de ÈL, y vea después cómo los pensamientos de venganza se transforman en alabanza y gratitud al Señor.
Felizmente, el regalo del perdón no es algo que tenemos que producir nosotros mismos. Este regalo está envuelto en el Amor de Dios y atado con la cinta roja del sacrificio de Cristo. Nos lo da gratuitamente el Salvador, y nuestra tarea es simplemente darlo a los demás.
Angela
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