El ministerio del apóstol Juan en su madurez (semana 13)

El ministerio del apóstol Juan en su madurez (semana 13)
LUNES
Lectura bíblica: Mt 4:15-17; 1 P 1:19; 1 Jn 2:1-2
Leer con oración:
«Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira» (Ro 5:9).
EL PODER DE LA SANGRE DE JESÚS
Después que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, Dios le dio la incumbencia (comisión) de predicar el evangelio del reino de los cielos, según leemos en Mateo 4:17: «Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado». El contenido principal del evangelio es el reino de los cielos, es el reino de Dios viniendo a la tierra.
Aunque el Señor había recibido la comisión personal de predicar el evangelio, no lo hizo solo, sino que llamó a Sus discípulos para que participaran de tal obra. Hoy, Él también nos hace el mismo llamado.
El comienzo de Su obra de predicación del evangelio fue en la región de Galilea para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció» (vs. 15-16).
Cuando el Señor Jesús predicaba el evangelio del reino de los cielos, tenía como objetivo la salvación de las personas, siempre enfatizaba la importancia del arrepentimiento porque, para que alguien reconozca su condición pecaminosa, primero necesita ser iluminado.
¡Gracias a Dios, el Señor Jesús vino y brilló sobre nosotros como una gran luz! Ésta resplandeció sobre nosotros, fuimos iluminados con relación a nuestros pecados y los confesamos; entonces la sangre de Jesucristo nos purificó y fuimos perdonados por Dios.
Esa fue mi experiencia de salvación. Antes de recibir la luz del Señor, yo no veía mi condición pecaminosa, hasta que un día fui iluminado, me arrepentí, y confesé mis pecados: «Oh Señor, yo no sabía que tenía pecados, pero ahora, por causa de Tu luz, ¡puedo ver cuántos pecados tengo! Señor, me arrepiento, ¡perdóname!».
Por medio de Su sangre preciosa, derramada en la cruz, Él perdona nuestros pecados y nos purifica de todo pecado. Así, somos justificados y calificados para ser apartados por Dios, es decir, somos santificados. Finalmente, somos reconciliados con Dios y Su gloria puede ser restaurada en nosotros.
La sangre de Jesús, vertida en la cruz, es realmente preciosa (1 P 1:19). Ella no es sólo la sangre de Jesús, el Hijo del Hombre, sino la sangre del Hijo de Dios mismo. Por eso Él nos perdona los pecados anteriormente cometidos y también aquellos que, por vivir aún en la vida del alma, podamos cometer en el futuro (1 Jn 2:1,2). Por tanto, cuando creímos en el Señor Jesús, fuimos justificados por Él (Ro 5: 1,9). Ser justificado es llegar a ser justo delante de Dios, por haber practicado Su justicia, es decir, por haber cumplido lo que fue determinado por Él.
Este es el proceso por el cual cada uno de nosotros experimentó al ser salvo. Éramos pecadores, pero el Señor Jesús sufrió en nuestro lugar el castigo que merecíamos, derramó Su sangre para que recibiéramos la salvación. ¡Qué tremenda gracia y misericordia alcanzamos por la salvación que Él nos concedió! ¡Aleluya!
Punto clave: Por la sangre preciosa de Cristo tenemos la remisión de nuestros pecados.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el proceso que pasamos para ser salvos?

MARTES
Lectura bíblica: Gn 3:22-24; Jn 1:12-13; Fil 2:12; 1 P 1:3,23
Leer con oración:
«Vosotros, pues, oraréis así: (…) Venga tu reino. Hágase tu voluntad, cómo en el cielo, así también en la tierra» (Mt 6:9a, 10).
RECIBIR LA VIDA Y LA INCUMBENCIA (COMISION) DE DIOS
Como vimos anteriormente, Adán fue expulsado del huerto de Edén después de haber comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por causa de esa transgresión, la naturaleza pecaminosa entró en Adán y contaminó a toda la humanidad. Al ver que el hombre se había convertido en conocedor del bien y del mal, Dios lo echó fuera del huerto del Edén, y al haber expulsado al hombre, puso querubines al oriente del huerto de Edén y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino al árbol de la vida (Gn 3:22-24). La espada se relaciona con la justicia de Dios; el querubín, con Su gloria; y lo refulgente de la espada denota santidad.
Por el hecho de haber pecado, el hombre perdió esos atributos divinos; sin embargo, por medio de la obra redentora del Señor Jesús, el camino al árbol de la vida fue abierto a todo aquel que cree en Él (He 10:19-20; Ap 22:14). Por la fe nuestros pecados son perdonados, somos justificados, santificados y la gloria de Dios nos es restaurada, capacitándonos para “volver» al huerto de Edén, que representa al reino de Dios. Así somos reconciliados con Dios, recibimos Su vida eterna y volvemos a disfrutar de Su presencia.
Este es el evangelio de nuestra salvación, el evangelio de la gracia, por medio del cual podemos comer del fruto del árbol de la vida y ser regenerados, es decir, nacer de Dios y recibir la vida divina (1 P 1:3,23; cfr. Jn 1:12-13).
La regeneración es sólo la primera etapa de la obra de Dios en nosotros, pues la vida que recibimos es como una semilla que necesita desarrollarse. En el proceso de crecimiento de una planta vemos el mismo proceso que sucede con la vida humana: al principio existe sólo un embrión que se desarrolla, llega a ser un feto y continúa creciendo hasta llegar a ser un bebé completamente formado para nacer. Después que el niño crece es necesario cuidarlo, alimentarlo, educarlo, mandarlo a la escuela etc.
En el ámbito espiritual, nosotros que nacimos de Dios, necesitamos desarrollar nuestra salvación, crecer y madurar (Fil 2:12). Además necesitamos recibir de parte de Dios la comisión de traer Su reino a la tierra. El reino de Dios es el lugar donde Él reina y hace Su voluntad. Por eso, el evangelio del reino representa una exigencia más elevada para Sus hijos. ¡Gracias a Dios por el evangelio completo! ¡Amén!
Punto clave: La comisión de Dios para Sus hijos es que traigan Su reino.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo principal de recibir el evangelio de la gracia?

MIERCOLES
Lectura bíblica: Ro 13:11-14; He 4:1-10
Leer con oración:
«Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo» (He 4:1,11).
EN LA IGLESIA HAY CRECIMIENTO DE VIDA
Cuando recibimos la salvación por medio del evangelio de la gracia, el problema de nuestros pecados es solucionado y la vida de Dios nos es dada por medio de la regeneración. No obstante, necesitamos crecer espiritualmente, para que cuando entremos en el reino de los cielos recibamos el galardón. Para que eso ocurra y estemos preparados para reinar en la era venidera, el Señor nos puso en la iglesia.
La iglesia fue revelada por el Señor en el capítulo 16 del Evangelio de Mateo. La iglesia hoy es la realidad del reino de los cielos y por eso, también tiene las llaves del reino. Los que están en la iglesia forman parte de la realidad de este reino. Cuando el Señor Jesús vuelva, el reino de los cielos será manifestado, pues Él establecerá Su reino en la tierra por mil años.
Según la epístola a los Hebreos, la entrada al reino milenario es comparada con la entrada al reposo de Dios prometida por Él a Su pueblo (He 4:1). El Señor le había ordenado al pueblo de Israel que el séptimo día fuera el día de reposo (v.4). Ese día representa los últimos mil Años, es decir, el reposo que habrá en la manifestación Del reino de los cielos (v. 9). El deseo de Dios es que entremos en Su reposo (v. 11).
Aunque el reino aún no se ha manifestado, nosotros en la iglesia, ya estamos en su realidad. La iglesia es el ambiente adecuado para el crecimiento de todos los que fueron regenerados.
El vivir práctico de la iglesia es maravilloso y las reuniones son muy disfrutables. Esto es bueno, pero no debe ser nuestro objetivo. Nuestra meta es crecer en vida. Por eso necesitamos vivir en la realidad del reino, a fin de que la semilla de la vida divina que fue plantada dentro de nosotros germine, crezca gradualmente, madure, y así, estemos preparados para la venida del Señor (Ro 13:11,14).
El requisito principal para que la vida de Dios crezca en nosotros es negarnos a nosotros mismos. Este es el punto más importante del evangelio del reino de los cielos. A pesar de que nos gozamos al ver las bendiciones del Señor en la iglesia, el verdadero gozo sólo es alcanzado cuando nos negamos a nosotros mismos en favor de la voluntad del Señor.
¡Alabamos al Señor por la iglesia y por las oportunidades que diariamente Él nos proporciona para crecer en vida!
Punto clave: El punto más importante en el evangelio del reino es negamos a nosotros mismos.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Has aprovechado las oportunidades para crecer en vida?

JUEVES
Lectura bíblica: Col l:28-29; 1 P 2:2
Leer con oración:
“Asi como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria» (1 Ts 2:11-12) .
AMAR A LOS HERMANOS Y ORAR
POR EL CRECIMIENTO DE LA VIDA DE DIOS EN ELLOS
La vida de la iglesia no se resume sólo en las reuniones. Por eso no podemos darnos por satisfechos sólo con el disfrute de los hermanos cuando cantan y hablan los himnos. El objetivo principal por el cual estamos en la vida de la iglesia es buscar el crecimiento espiritual para traer el reino de los cielos.
Esta debe ser la mayor preocupación que debemos tener al cuidar a los hermanos: el crecimiento de la vida de Dios en ellos (1 P 2:2). No queremos que cuando el reino milenario se manifieste, tampoco se manifieste que aquellos que estaban cerca de nosotros no crecieron. Por el contrario, deseamos que aquellos a quienes cuidamos, cuando el reino milenario se manifieste, tengan también una posición mejor y una comisión mayor de la que tendremos.
Además, tampoco podemos dejar que aquellos que ya tienen cierto crecimiento de vida se acomoden (Col 1:28-29). Dios, que es amor, está en nosotros, por eso de nuestro espíritu surgirá el amor por los hermanos. Al percibir que determinado hermano no se dispone a negarse a sí mismo, debemos recibir el encargo de amarlo y ayudarlo a crecer en la vida divina.
¿De qué manera podemos manifestar nuestro amor y cuidado por un hermano? Orando por él: «Oh Señor Jesús, ilumina a mi hermano. Que Tu gran luz le haga ver no sólo su condición, sino también le ayude a negar su vida del alma, para que tenga la oportunidad de ponerse bajo el fuego del Espíritu a fin de que sea purificado». Necesitamos orar por los hermanos no sólo por sus necesidades y dificultades, sino principalmente cuando vemos que ellos no están creciendo en la vida divina.
¡Aleluya! Durante el tiempo en el que vivimos la vida de la iglesia, todos tenemos muchas oportunidades para negarnos a nosotros mismos y crecer en vida:
Mientras buscamos este crecimiento, debemos también amar y orar por los demás hermanos. Que la vida de Dios crezca en todos los miembros de la iglesia, a tal punto que alcancemos juntos la madurez. ¡Amén!
Punto clave: Crecer en la vida de Dios.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Se ha preocupado usted por los hermanos y ha orado por ellos?

VIERNES
Lectura bíblica: Mt 24:45-46; 1 Co 14:26; Ef 6:17b-18
Leer con oración:
«La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales (Col 3:16). Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados» (1 Co 14: 31) .
ALIMENTAR A LOS CONSIERVOS EN LAS REUNIONES
En la iglesia en Corinto, Pablo advirtió a los hermanos que debían crecer en la vida de Dios y no andar según los hombres, pues, como algunos habían sido salvos por él, se consideraban ser «de Pablo». Otros decían ser «de Apolos», un judío muy elocuente, experto conocedor de las Escrituras, que despertó un gran aprecio en algunos hermanos. Otros, también eran admiradores del apóstol Pedro y decían ser «de Cefas». Finalmente, había algunos que decían ser «de Cristo» (1 Co 1:12; cfr. 3:4).
Ser de Cristo es muy correcto, pero, si nos posicionamos con una actitud de dividirnos de aquellos a quienes Cristo recibió, también estamos tomando partido y eso no agrada al Señor. Si realmente somos de Cristo, nuestro corazón estará abierto para recibir a todos los que el Señor recibió.
Cuando traemos a las personas para que se reúnan en la iglesia, no debemos llevarlas a seguir a hombres ni dar énfasis a las doctrinas que producen discusiones, sino que necesitamos ayudarlas a alimentarse de la palabra de Dios, que es vida, a fin de que crezcan espiritualmente.
Debemos ayudar a los nuevos cristianos a alimentarse de la palabra de Dios; para eso, una manera eficaz es la lectura con oración, es decir, leer y orar. Después de leer un versículo, podemos tomarlo como nuestra oración, es decir, oramos a Dios usando Su misma Palabra (Ef 6: 17b-18).
En cada reunión de la iglesia nos juntamos en grupos de tres o cuatro personas para leer la Palabra con oración. Puesto que la palabra de Dios es viva, ciertamente el Espíritu nos llevará a enfatizar alguna palabra o frase del versículo leído. Al proclamarla con los hermanos, estaremos alentándonos y produciendo vida, conforme a lo que Jesús dijo: «Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida» Jn 6:63b). Esto es maravilloso y es lo que debemos practicar.
Las reuniones de la iglesia no son para que cumplamos ritos o formalidades. Éstas son el ambiente propicio para que nos alimentemos de la palabra de Dios, y como miembros del Cuerpo de Cristo, desempeñemos nuestra función. En ellas, cada uno de nosotros tiene la libertad de pedir himnos, de acuerdo con el sentir del Espíritu; también podemos orar leer, profetizar y hablar por Dios con el propósito de edificar la iglesia. ¡Aleluya! Gracias al Señor, porque hoy en las reuniones de la iglesia todos podemos funcionar y alimentar a nuestros consiervos (1 Co 14:26,31; cfr. Mt 24:45-46).
Punto clave: Las reuniones son para que nos alimentemos de la Palabra y desempeñemos nuestra función.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuáles son las maneras de alimentarse de la palabra de Dios?

SABADO
Lectura bíblica: Ro 14:1,3; 1 Co 1:2; Ap 1:11
Leer con oración:
«Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Ro 15:7).
EL EVANGELIO COMPLETO ES PARA TODOS
Con relación a la edificación de la iglesia, fuimos muy ayudados por el ministerio del hermano Watchman Nee. Él se convirtió al Señor en su juventud, y predicó el evangelio a sus compañeros de colegio. Muchos fueron salvos y sintieron la necesidad de estar juntos para alimentarse de la palabra de Dios. Como no pertenecían a ningún grupo cristiano, comenzaron a reunirse en el colegio para leer y orar la Biblia.
La condición moral de los jóvenes, de los estudiantes de aquella época, era mejor que la de hoy (actualmente, las prácticas mundanas se han infiltrado en los colegios, y los adolescentes son influenciados a envolverse cada vez más temprano con el pecado, la violencia, la fornicación, las bebidas alcohólicas y las drogas). Frente a esta situación reinante que oprime a la juventud, tenemos la comisión de predicar en todo lugar el evangelio de la gracia y también el evangelio del reino.
Cuando el Señor utilizó a nuestro hermano Watchman Nee para predicar el evangelio a sus compañeros, aunque ya existían varios grupos cristianos en aquella época, la carga de Dios era restaurar la unidad de la iglesia. Al leer la Palabra, Watchman Nee percibió que el énfasis en el Nuevo Testamento era una iglesia en cada ciudad, es decir, los cristianos que vivían en la misma ciudad daban testimonio de la unidad de la iglesia allí (1 Co 1:2; Ap 1:11).
Entonces, Watchman Nee comenzó a poner en práctica la visión que había recibido: una iglesia en cada ciudad. Así, todas las personas ganadas por la predicación del evangelio pasaron a formar parte de la iglesia en la ciudad donde vivían y después de algunos años, muchas iglesias fueron surgiendo en aquel país.
Cuando hubo la invasión comunista en China, la iglesia sufrió mucha persecución. En esa época, varios colaboradores del hermano Watchman Nee emigraron a Taiwán, donde la iglesia tuvo un nuevo comienzo con énfasis en la práctica de la unidad de la iglesia en cada ciudad.
Damos gracias a Dios, pues la revelación que recibió llegó a nosotros. Esta revelación es progresiva y, a través de ella, el Señor ha avanzado cada vez más, ensanchando nuestro corazón. Hoy, en Brasil, basados en la comisión de llevar vida para todos, hemos recibido a los hijos de Dios -sin excluir a aquellos que tienen prácticas diferentes a las nuestras-, recibimos a todos los que el Señor recibió y amamos a todos los que Él ama (Ro 14:1,3; 15:7). ¡Alabado sea el Señor por la iglesia!
Punto clave: Comisionados a llevar vida para todos.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál ha sido su actitud en cuanto a recibir a los hijos de Dios?

DOMINGO
Lectura bíblica: Ef 1:13; 1 P 1:9
Leer con oración:
«Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados» (Ro 8: 17).
EL CAMINO DE LA GRACIA HASTA LA GLORIA
¡Gracias al Señor por Su luz! En cada época y lugar, en cada dispensación, Dios trae Su luz. Los judíos sabían 1o que era el reino de los cielos. Ellos creían en Dios, pero vivían en su religiosidad. Sin embargo, otros pueblos no tenían ni idea de qué era el reino de los cielos, como por ejemplo China, cuando recibió décadas atrás el evangelio de la gracia para salvación.
Básicamente, el evangelio de la gracia lleva a los pecadores a reconocer sus pecados, y una vez convencidos de su condición pecaminosa, se arrepienten delante de Dios. Antes, cuando estaban en tinieblas, no estaban de acuerdo con ser llamados pecadores. Sin embargo, después de ser salvos, hasta sus hábitos y costumbres cambiaron, pues las antiguas costumbres pasaron a no tener ninguna importancia para ellos. Esto sucedió porque fueron iluminados por la gran luz del Señor. Así, recibieron el perdón de parte de Dios; fueron justificados, santificados y reconciliados, y se convirtieron en hijos de Dios por medio de creer en el Señor. Al recibir la vida de Dios, fueron salvos en el espíritu (Ef 1: 13).
No obstante, actualmente la luz del Señor se hizo más intensa sobre nosotros y nos mostró que el punto más importante en la vida de la iglesia es seguir al Señor, negándonos a nosotros mismos para crecer en la vida divina y reinar con el Señor. Esto es el evangelio del reino que tiene como propósito salvar nuestra alma (1 P 1:9).
¡Gracias al Señor por Su gracia y misericordia! Cada uno de nosotros tiene esa historia: éramos pecadores, pero el Señor nos salvó. Él no sólo nos salvó de los pecados, sino que también nos justificó, nos santificó, nos reconcilió y nos regeneró. Por tanto, para que Su vida crezca en nosotros, Él nos puso en la iglesia, donde tenemos la oportunidad de negarnos a nosotros mismos. Este es el evangelio completo de Dios, que comprende desde la salvación de nuestro espíritu hasta la glorificación y entrada en la manifestación del reino de los cielos.
Si permitimos que la vida de Dios crezca en nosotros hasta la madurez, reinaremos con el Señor cuando Él venga en gloria, en el reino venidero (Ro 8:17). Por eso aprovechemos las situaciones diarias para negar el ego y poner en práctica todo lo que hemos recibido del Señor. ¡Amén!
Punto clave: Negar el ego y poner en práctica lo que hemos recibido del Señor.
Su punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el resultado de recibir el evangelio completo de Dios?
Lectura de apoyo:
«El camino para vivir y reinar con Cristo» – cap. 6 ¬Dong Yu Lan.
«Venga Tu reino» – cap. 44 – Dong Yu Lan.
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Aguas refrescantes 2 de agosto
El lugar en que tú estás, tierra santa es. Exodo 3:5.
El tabernáculo de Moisés tenía su marco adecuado en el desierto. Era la morada de Dios entre su pueblo peregrino, una carpa movible, nunca fija, nunca afincada en el mismo lugar. En contraste, el templo construido por Salomón para Dios en su ciudad capital de Jerusalén estaba firme e inmóvil. El uno representa a la Iglesia hoy; el otro a la Igle¬sia en el reino de Dios. Hoy sólo tenemos la prenda de la era venidera que está representada por el tabernáculo. En el templo era todo nuevo. Un nuevo lavacro, una nueva mesa, una nueva lámpara, un nuevo altar del incienso. Había sólo una cosa que no era nueva: el arca del testimo¬nio. Además, todo se construyó en dimensiones mayores, pero había una cosa que no se podía agrandar y esa era el arca, el testimonio del Hijo de Dios. El «es el mismo, ayer, y hoy, y por los siglos».
Me agrada pensar en el piso del tabernáculo que era sen¬cillamente arena del desierto. Esta, es la escena apropiada para nuestra vida peregrina delante de Dios. Es aquí donde el testimonio de Cristo debe ser llevado hoy por nosotros con pies polvorientos.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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