Ahora que tengo dos hijos comprendo una verdad universal. El corazón de una madre no se divide entre más hijos tenga; ¡se multiplica! Es decir, una vez que nace el segundo hijo, no divides tu amor. No les das el 50% a uno, y el 50% al otro. Más bien, tu corazón se expande y le das el 100% a uno, y el 100% al otro.
Quizá lo que se divide es tu atención, pues no podemos estar en dos lugares al mismo tiempo, pero no el amor. Eso me anima. Eso implica que Dios, más que yo, me puede amar al 100% al igual que a los billones de personas que habitan este planeta y que han vivido y vivirán sobre la faz de la tierra.
El amor es un misterio, ciertamente. Un hermoso misterio.
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