El paso del Tiempo y la Muerte.

Hazme saber, Señor, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.Salmo 39:4.

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días.Salmo 90:12.

En tu mano están mis tiempos.Salmo 31:15.

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Alguien declaraba lo siguiente en una entrevista: «El paso del tiempo y la muerte son dos escándalos». A algunas personas les gustaría detener el tiempo para aprovechar al máximo el momento presente. Otras, las que sufren, piensan que el tiempo pasa demasiado lento. Sin embargo el tiempo pasa inexorablemente, así como la vida del hombre. Que se ofusque o se rebele no cambia nada, el hombre va hacia la muerte.

El creyente sabe que cada uno de los días de su vida está en las manos de Dios, quien es el dueño del tiempo. Él es un Dios de salvación, que puede “librar de la muerte” (Salmo 68:20). El creyente conoce la gracia del Hijo de Dios, el Dios de eternidad, quien se sujetó a las leyes temporales de la condición humana, “el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:10).

El tiempo pasa y no vuelve; nadie sabe si mañana vivirá. Hoy Dios quiere librarnos de la muerte eterna. ¡Por lo tanto, hoy es necesario aceptar su gracia!

Aprender a contar nuestros días es vivir cada uno de ellos confiando en Dios, hacer de cada día el más feliz y útil posible. También significa no malgastar el tiempo, sino aprovechar cada oportunidad para hacer todo el bien posible. La esperanza del creyente no es la muerte, sino la feliz eternidad con su Salvador.


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