EL PRIVILEGIO DE DECIDIR…

La democracia es un privilegio. Es un honor dado por Dios a los hombres. El libre albedrío es peligroso. Nos permite decidir a donde ir. Qué creer. Qué opinar. Qué hacer. Y por quien votar. Y Dios nos deja. Nos deja porque Él desea respetar nuestras decisiones. Aunque muchas veces vamos a sufrir, Él nos deja. A veces parece cruel la cosa pero somos nosotros quienes decidimos qué ruta vamos a tomar: Si el camino angosto o el camino ancho. O la puerta angosta o la puerta ancha. Una lleva a la vida eterna. La otra al infierno. Somos nosotros los que decidimos si ser pobres o ricos. Y Él nos deja. Nos deja robarle si no diezmamos. Y nos va a ir mal. Nos permite diezmarle y Él nos defenderá (según Malaquías). En fin, Dios es Soberano y nos ha dejado ese pedacito de libertad de decisión para no obligarnos a hacer lo que Él quiere. Porque quiere hijos y no clones. Quiere adoradores y no repetidores. Los pájaros, por ejemplo, no tienen opción. Todos los días lo primero que hacen es cantar. Les guste o no, tienen que hacerlo. Es su naturaleza. Antes de irse a dormir repiten sus gorjeos. Los leones matan por instinto. Lo hacen cuando tienen hambre. El hombre lo hace por placer. Y Dios lo deja… Ya sé que algún teólogo va a levantar su voz para decir que Dios es Bueno. Si, es cierto. Es tan bueno que nos dejó el privilegio de rechazarlo. O aceptarlo. ¿No que el pastor deja las noventa y nueve y va a buscar la cien? ¿No que le dueña de la casa barrió todo hasta encontrar la moneda perdida? Sí mi querido estudiante a rabino, es cierto… pero recuerde que el padre no hizo nada por ir a buscar al hijo que se fue de la casa… La oveja se perdió inocentemente. La moneda se perdió irresponsablemente. El hijo se fue INTENCIONALMENTE… Y el padre lo dejó decidir… Dos hombres están colgados en un monte. En medio está Dios hecho hombre. Uno decide pedirle que se acuerde de él cuando venga en Su Reino. El otro sigue sus burlas. Y Dios lo deja. Hay veces cuando Dios manda truenos para que nos hablen y nos conmuevan. Hay veces que Dios envía bendiciones para que nos convenzan. Pero también hay ocasiones en que Dios nos manda silencios para darnos el honor de escoger con libertad el lugar donde queremos pasar la eternidad… En otras áreas de nuestras vidas no pudimos escoger: No escogimos donde nacer. No escogimos la nariz que nos tocó. No nos preguntaron si queríamos tener buena voz para cantar. Piense en eso. Usted no escogió su género. No escogió a sus padres ni a sus hermanos. Ni su raza ni su cuerpo. Pero sí puede escoger qué camino tomar desde el momento que usted ya es un ser pensante. Por eso Dios plantó un árbol en el Jardín, para darle a sus dueños Adán y Eva el enorme privilegio de decidir si obedecían o no. Y usted sabe el resto. Por eso estoy convencido que la pobreza es una decisión. Y Dios nos deja. ¿Le parece injusto? Solo piénselo por un momento y verá que tengo razón. Hoy hay gente que gasta miles de dólares por cambiarse la forma de su nariz, el busto, la cara, el pelo y hasta el color de su piel… pero vea cómo terminan. Dios los respeta. Hubiera sido fantástico que Dios nos permitiera ordenar nuestras vidas como se ordena una comida. Un  plato de buena salud. Una ración de alto cociente intelectual. Habilidades musicales. Alto perfil… pero no fue así. Dios lo decidió todo. En lo concerniente a esta vida, Dios no preguntó qué deseábamos… Pero sí pregunta a quien queremos adorar. Qué dios queremos seguir. Ante quién queremos doblar las rodillas. A qué dios le daremos la honra, a Mammón o a Jehová… Ya lo dijo Jesús: no pueden servir a dos amos…Así que quizá este escrito le dé la oportunidad a usted querido lector de decidir qué hacer el resto de sus días aquí en la tierra. Si se esfuerza y es valiente, Dios estará con usted como ha estado conmigo. Si no se esfuerza ni es valiente… usted sabrá el resto. Caín decidió matar. Abel decidió honrar. Adán decidió despreciar, José decidió proteger. Luzbel decidió rebelarse, Jesús decidió obedecer… Y usted…¿qué decide…?

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