Como siempre, abro la Palabra y encuentro justo lo que necesitaba. Esta vez se trató de un proverbio.
«El Señor dirige nuestros pasos, entonces, ¿por qué tratar de entender todo lo que pasa?» NTV, Proverbios 20:24
Quiero encontrar a todo una explicación. ¿Fue mi culpa? ¿Fue culpa de otro? ¿Debí hacer esto o aquello? Un sin fin de «hubieras» me roban el sueño. Incluso en el presente, y en medio del gozo, me atormenta el comprender el porqué de cada cosa en mi vida. ¿Qué me quiere enseñar Dios? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Me vino esto porque he pecado? ¿Qué debo hacer para cambiar?
Sin embargo, este proverbio me reta. Pareciera que Dios me susurra: «Si yo estoy en control de cada situación, si yo dirijo tus pasos, ¿por qué te atormentas?»
Una canción famosa dice: «Live and let live». Quizá eso me falta. Dejar ir. Dejar de aferrarme a las explicaciones y simplemente vivir el paso a paso. Sé que suena fácil, y sinceramente, he escuchado a muchas personas en estos días dándome ese consejo con cierta ligereza que me pesa más que ayudarme.
Es por eso que la Palabra de Dios me parece tan atinada. Porque aunque me señala el error y me reprende, me comprende y me anima. Dios me habla en un susurro apacible, en el murmullo de la noche y la quietud de un tiempo devocional. Y por eso solo me resta decir: «Gracias, Señor».
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