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La caridad hacia el pobre y necesitado se percibe como un préstamo a Dios. O sea, que si uno le presta a alguien, en el fondo le presta a Él, quien lo reembolsará por completo. De la preocupación de Jehová por el pobre, están colmadas las Escrituras.
El deber de ser caritativo incluye dos cosas: 1. el principio interior de la caridad en el corazón. El necesitado de ayuda, no necesariamente es en forma de dinero. 2. Generosidad. No sólo hemos de tener compasión del pobre, sino que hemos de ayudarle efectivamente, de acuerdo con su necesidad y con nuestras posibilidades (Santiago 2,15-16).
El Señor pagará un interés tan alto que superará con mucho el capital que le hayamos prestado al ayudar al necesitado.
“Y cualquiera que le da siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser seguidor mío, les aseguro que tendrá su premio» (Mateo 10, 42). No quedará inadvertida ninguna bondad hecha a un seguidor de Jesús.
Hasta un vaso de agua fresca será ricamente recompensado sí se da a un discípulo por cuanto es seguidor del Señor.
DIOS le bendiga
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