El Señor y los ídolos

IsaÍas 44

 6 »Así dice el Señor, el Señor Todopoderoso, 

      rey y redentor de Israel: 

   «Yo soy el primero y el último; 

      fuera de mí no hay otro dios. 

7 ¿Quién es como yo? 

      Que lo diga. 

   Que declare lo que ha ocurrido 

      desde que establecí a mi antiguo pueblo; 

   que exponga ante mí lo que está por venir, 

      ¡que anuncie lo que va a suceder! 

8 No tiemblen ni se asusten. 

      ¿Acaso no lo anuncié y profeticé hace tiempo? 

   Ustedes son mis testigos. 

      ¿Hay algún Dios fuera de mí? 

   No, no hay otra Roca; 

      no conozco ninguna.» »

   9 Los que fabrican ídolos no valen nada; 
      inútiles son sus obras más preciadas. 
   Para su propia vergüenza, 
      sus propios testigos no ven ni conocen. 

10 ¿Quién modela un dios o funde un ídolo, 

      que no le sirve para nada? 

11 Todos sus devotos quedarán avergonzados; 

      ¡simples mortales son los artesanos! 
   Que todos se reúnan y comparezcan; 
      ¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!

   12 El herrero toma una herramienta, 
      y con ella trabaja sobre las brasas; 
   con martillo modela un ídolo, 
      con la fuerza de su brazo lo forja. 
   Siente hambre, y pierde las fuerzas; 
      no bebe agua, y desfallece. 

13 El carpintero mide con un cordel, 

      hace un boceto con un estilete, 
   lo trabaja con el escoplo 
      y lo traza con el compás. 
   Le da forma humana; 
      le imprime la belleza de un ser humano, 
      para que habite en un santuario. 

14 Derriba los cedros, 

      y escoge un ciprés o un roble, 
   y lo deja crecer entre los árboles del bosque; 
      o planta un pino, que la lluvia hace crecer. 

15 Al *hombre le sirve de combustible, 

      y toma una parte para calentarse; 
      enciende un fuego y hornea pan. 
   Pero también labra un dios y lo adora; 
      hace un ídolo y se postra ante él. 

16 La mitad de la madera la quema en el fuego, 

      sobre esa mitad prepara su comida; 
      asa la carne y se sacia. 
   También se calienta y dice: 
      «¡Ah! Ya voy entrando en calor, 
      mientras contemplo las llamas.» 

17 Con el resto hace un dios, su ídolo; 

      se postra ante él y lo adora. 
   Y suplicante le dice: 
      «Sálvame, pues tú eres mi dios.»

   18 No saben nada, no entienden nada; 
      sus ojos están velados, y no ven; 
      su *mente está cerrada, y no entienden. 

19 Les falta conocimiento y entendimiento; 

      no se ponen a pensar ni a decir: 
   «Usé la mitad para combustible; 
      incluso horneé pan sobre las brasas, 
      asé carne y la comí. 
   ¿Y haré algo abominable con lo que queda? 
      ¿Me postraré ante un pedazo de madera?» 

20 Se alimentan de cenizas, 

      se dejan engañar por su iluso corazón, 
   no pueden salvarse a sí mismos, ni decir: 
      «¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!»

   21 «Recuerda estas cosas, Jacob, 
      porque tú eres mi siervo, Israel. 
   Yo te formé, tú eres mi siervo; 
      Israel, yo no te olvidaré. 

22 He disipado tus transgresiones como el rocío, 

      y tus pecados como la bruma de la mañana. 
      Vuelve a mí, que te he redimido.»

   23 ¡Canten de alegría, cielos, 
      que esto lo ha hecho el Señor
   ¡Griten con fuerte voz, 
      profundidades de la tierra! 
   ¡Prorrumpan en canciones, montañas; 
      y bosques, con todos sus árboles! 
   Porque el Señor ha redimido a Jacob, 
      Dios ha manifestado su gloria en Israel. 


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