Es Necesario el Perdonar para Crecer

Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas (Mat 6:15 NVI)

Nosotros todos tenemos alguien que necesitamos perdonar. Nosotros todos necesitamos de perdón. El perdón es la llave para seguir adelante y no caer en la trampa de la culpa o del resentimiento. El perdón es el remedio divino para nos librarnos de lo que es malo y continuar siguiendo en paz.

Algunas de las mayores bendiciones de nuestra vida cristiana resultan de las relaciones que tenemos con otros creyentes. A medida que cultivamos estas relaciones, podemos ser fortalecidos en nuestro andar espiritual. La estrecha comunión espiritual que resulta de esas amistades puede ayudarnos en los tiempos difíciles de nuestra vida.

Al no perdonar estamos encadenados con odios, resentimientos. No estamos libres ni sanos. Jesús vino a librarnos del pecado y de las enfermedades del cuerpo, alma y espíritu; quiere “que todo nuestro ser se conserve sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Te. 5, 23).

Jesús anuncia la liberación de los cautivos, da la vista a los ciegos, libertad a los oprimidos (Lc. 4:18)…Con el poder de Jesús el Señor, podemos sanar.

Al perdonar, quitamos los odios de nuestro ser y damos cabida al amor. Perdonar es librarnos de recuerdos y de heridas dolorosas, cadenas pesadas que atan nuestro cuerpo. Nuestros resentimientos pueden venir del pasado, de experiencias que quedaron en nuestro ser sin perdonar; las ocultamos en vez de sacarlas a la luz y borrarlas de nuestro ser.

La experiencia confirma repetidas veces esto mismo. Cuando oramos pidiendo la sanación de heridas o dolores de alguna persona, comprobamos que la oración no alivia a la persona mientras ella no perdone a sus enemigos.

Hemos visto esta barrera en muchas oportunidades. Y cuando hemos pedido a la persona que ore por los que le han hecho daño, esta oración ha hecho desaparecer dolores físicos o angustias espirituales.

Muchos cristianos pueden perdonar fácilmente a otros, pero no a sí mismos. Muchas personas se condenan por lo que han hecho.

Una cosa es el propósito de no volver a cometer un pecado, y otra es el rechazo y condenación propia. Estas personas, aunque comprenden que Dios las ha perdonado, no son capaces de perdonar a sí mismas por sus pecados. Esta actitud es muchas veces parte del orgullo. La persona ve su imagen dañada y su propia estima destruida.

La experiencia muestra repetidas veces que esta actitud es un obstáculo grande para recibir el amor sanador de Cristo.

Otro de los obstáculos para recibir el amor de Jesús, son las heridas y resentimientos subconscientes contra Dios. Comúnmente se oye decir:

¡Dios me castigó!…….. ¡Dios no se acuerda de mí!

Cuando muere un ser querido muchas personas dice: ¡Dios es injusto!

Estas y otras expresiones semejantes nos muestran que al no comprender el plan de Dios en este momento de dolor, guardamos un resentimiento contra él. Esto es muy común y no debemos sentirnos culpables de eso. Parece que Dios no nos ama; y en consecuencia nos cerramos a su amor.

Objetivamente o intelectualmente nosotros sabemos que Dios es perfecto y que no puede equivocarse. Sin embargo, subjetivamente, vemos que algunas cosas, como una oración no escuchada, la muerte del ser querido, un accidente, u otro acontecimiento, nos aparecen como impuestas por Dios.

Con la razón sabemos que estamos equivocados, pero las emociones de resentimientos y faltas de perdón permanecen y actúan como obstáculos para recibir el amor sanador de Jesús.

La experiencia nos demuestra repetidas veces que al expresar el perdón por todo aquello que suscita resentimiento contra Dios, recibimos con esa expresión el amor sanador de Cristo. Necesitamos aceptar lo sucedido y creer que Dios puede sacar el bien, aún de los males que nos suceden:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Ro 8, 28)

Perdonar es un acto de la voluntad, no un sentimiento:

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno….. (Mar 11:25)

A veces debemos realizar este acto de la voluntad aun en contra de nuestros sentimientos. La oración nos ayuda a cambiar nuestros sentimientos de odio o aversión. Al perdonar realizamos un acto de fe movidos por la acción de Dios quien perdonó a la humanidad por la acción de Jesús, quien perdonó a los que lo crucificaban.

Es nuestro Señor Jesús quien nos pide que perdonemos. Así, el perdonar llega a ser una obligación permanente de la vida. Cada día necesitamos perdonar a aquellos que nos hicieron daño. Al orar al Padre Celestial comprendemos que, para recibir el perdón de Dios, es necesario que nosotros perdonemos a los que nos ofenden. El perdonar es parte esencial de nuestra vida.

Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo ( Efe 4:32 NVI)

Bendiciones…..


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