Esposa: ¡Su marido es su señor!

Hace tres semanas conocí al pastor Samuel Vitalino en el Primer Encuentro de la Fe Reformada organizado por la iglesia de la que soy miembro aquí en Brasil. Antes de eso su nombre me era conocido porque él escribe regularmente en un blog donde también escribe mi pastor. La semana pasada el pastor Vitalino publicó un intersante artículo sobre la obediencia de la mujer a su esposo y la responsabilidad que el hombre tiene como señor de su casa. Es un análisis de 1 Pedro 3:5-6, donde muestra que el texto no puede ser leído como colocando una carga sobre las mujeres, sino que la sumisión de la mujer coloca al hombre como total responsable ante Dios por las cosas que acontecen en su familia.

Lea con atención el artículo.

El texto de 1 Pedro 3:5-6 deja a las mujeres com los pelos de punta, pues en el contexto de hablar acerca de sumisión, Pedro trae el ejemplo de Sara, que siendo un gran ejemplo a seguir, llamaba a Abraham de señor, y así, dice Pedro, las mujeres cristianas deben actuar.

No existe duda que nuestra sociedad rechazaría tamaña reverencia de las mujeres a sus maridos, pero me gustaría abordar aquí la razón por la cual Pedro hace esa retumbante declaración, y espero que eso sirva a las mujeres con el propósito de hacerles entender su papel y también consolarlas en cuanto a las consecuencias de esa declaración a los hombres.

Primero, entendamos rápidamente el texto. Los versículos 1-6 son dirigidos por pedro a las mujeres y sólo el versículo 7 a los hombres. Él viene dando, desde 1 Pedro 2:11-12 algunos consejos a los peregrinos y forasteros – que en la época estaban en la dispersión (1:1), pero que se aplica a todos los creyentes – para que se comporten frente a sus autoridades:

1. Gobernantes (2:13-17), aunque sean malos en aquello que hacen;
2. Patrones (2:18-25), aunque sean injustos; y ahora:
3. Familiares (3:1-7), aunque ellos no obedezcan la Palabra.

Es aquí que las dudas comienzan, pues ¿cómo ser sumisa a alguien que no conoce la Palabra, como el apóstol sugiere?

Hermanas, este texto no debe ser visto por ustedes con tristeza o peso, sino que al contrario, como pretendo mostrar aquí.

Siempre que se habla de este texto, se piensa de inmediato que él habla del yugo desigual, y, de hecho, hay aplicaciones fuertísimas, pues también en el yugo desigual la verdad de este texto no cambia ni tampoco sus aplicaciones. Siendo claro, si usted es casada con alguien que no es creyente y él la manda a no ir a la iglesia, usted deberá obedecerlo, pues es su deber creacional hacerlo. Espero que las jóvenes lean eso con mucha atención antes de cometer tamaña locura.

Parece que este texto no habla directamente a matrimonios en yugo desigual, sino que se aplica a creyentes que no obedecen la verdad, y eso acontece con frecuencia. Así entendemos porque Abraham y Sara fueron traídos como la pareja ejemplo del texto en los versículos 6-7.

Siendo bien pragmático: Abraham no obedeció a la verdad cuando mandó a Sara a pasar por su hermana en Egipto y ella corría riesgos terribles ahí (Génesis 12:10-20), y por más que Sara no concordase con la postura de su marido, obedecía porque Abraham es su señor (kurios – la misma palabra usada para el Señor).

¿Cuál es la consecuencia de eso? Ahí es donde los hombres tienen que temblar delante de la verdad del versículo 7. Los hombres asumen toda la responsabilidad cuando no obedecen la Palabra y sus esposas los obedecen (como manda la Palabra).

Noten que eso es casi una revolución al pensamiento actual que dice que las mujeres deben desobedecer a sus maridos cuando piensan que harán algo errado, pero este texto muestra que el tamaño de la responsabilidad que los hombres tienen que cargar, pues como el señor, con quien son comparados, deben asumir la culpa por los errores de su esposa, así como Cristo lo hizo por la Iglesia (Cf. Efesios 5:25 y contexto).

Entonces cuando Sara obedeció a Abraham y lo llamaba de señor, le recordaba las responsabilidades que él tenía hasta por las cosas que ella realizaba. El casamiento perfecto delante de Dios es aquel en que el hombre es hombre de verdad y no divide responsabilidades con la esposa, sino que las coloca todas sobre sus hombros, pero que divide todas las glorias y logros, como algunos ejemplos bíblicos nos muestran:

• Adán llevó la culpa por el pecado de Eva, pero aun así le dio el nombre de Vida.
• Salomón era el Rey sabio y poderoso, pero engrandeció la virtud y dividió la gloria con su Sulamita.
• José saldría sin difamar a María, aun cuando pensaba que había sido engañado por ella, pues estaba embarazada sin que hubieses vivido juntos.
• Finalmente, Jesús paga el precio por cada error de su novia Iglesia y la convida para disfrutar de las más deliciosas bendiciones juntamente con él y su herencia.

Si usted es mujer, descanse en la sumisión a su esposo, pues la responsabilidad es de él.

Su usted es hombre, asuma. ¡Esa es su responsabilidad!

El texto original puede ser leído aquí.

Filed under: Nuestros estudios Tagged: familia, mujer, Samuel Vitalino, sumisión


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