¿Evolución — o Extrapolación?

Los límites naturales de la variación, o reversión a la media: ¿Es la evolución sólo otro nombre para extrapolación?

Tom Bethell 19 de abril de 2012 | Permalink

«Sobre la tendencia de las variedades a alejarse indefinidamente del tipo original»: este título que Alfred Russel Wallace dio a su artículo original de 1858 en el que proponía la teoría de la evolución sirve para clarificar lo que se supone que los evolucionistas tienen que demostrar: un alejamiento indefinido; o una microevolución que se observa continuando hasta dar una macroevolución. La afirmación de que este es un rasgo fundamental de la historia de la vida es lo que generalmente conocemos como evolución.

El libro El Origen de las Especies exploraba lo que los criadores de animales habían constatado en tiempos de Darwin (él mismo estaba aficionado a la crianza de pichones). Las variedades que describía eran a menudo vistosas y extravagantes, pero reflejaban sólo un desarrollo microevolutivo, y no manifestaban especiación.

Ejemplo de producción de variedades mediante crianza selectiva: variedades de zanahorias seleccionadas para sus diversos colores. Ciertos pigmentos que producen estos colores son buenos para la salud. Imagen: ARS

Quedé interesado en estas cuestiones hace años cuando leí la obra de Norman Macbeth Darwin Retried (Darwin reexaminado). Lo que sigue son algunas razones y reflexiones que se ofrecen con la esperanza de suscitar una discusión adicional de este tema.

En uno de sus primeros capítulos, «¿Qué demuestran los criadores?», Macbeth observaba que la variación conseguida mediante crianza era muy limitada. Las especies de las que surgían las variantes se mantenían como tales. Darwin decía que se trataba de «especies incipientes», pero carecía de una prueba concluyente. Para 1859, la teoría de la evolución era en realidad una teoría de extrapolación. Naturalmente, los evolucionistas dan por supuesto que la evolución ha sucedido. Pero esto sigue siendo una suposición.

En el Capítulo 1 de El Origen, Darwin planteaba otro tema —la reversión a la media. Se refiere allí a una afirmación que los naturalistas hacían con frecuencia, «esto es, que nuestras variedades domésticas, cuando se asilvestran, revierten gradualmente pero de manera cierta a sus formas originales. De ahí se ha argumentado que no se pueden realizar deducciones a partir de razas domésticas a una especiación en un estado natural».

Esto no era nada grato para Darwin, porque parecía plantear un desafío a su teoría. Y él repuso:

Podemos concluir con seguridad que muchísimas de las variedades domésticas más intensamente marcadas no podrían vivir en estado silvestre. [Pero] en muchos casos no conocemos cuál era la forma original, de modo que no podríamos determinar si ha tenido lugar o no una reversión casi perfecta.

Sin embargo, Darwin aceptó que «nuestras variedades ciertamente revierten ocasionalmente en algunos de sus caracteres a las formas ancestrales».

En el Capítulo 2 razonaba que de todos modos las especies no pueden realmente distinguirse de las variedades. Primero, propuso que «las variedades bien marcadas» son «especies incipientes»; luego aceptó que «las especies son sólo variedades fuertemente marcadas y permanentes». Luego decidió que «no existe un criterio infalible mediante el que distinguir entre especies y variedades bien marcadas». Al final del capítulo se muestra confiado de que «las variedades tienen el mismo carácter general que las especies, porque no pueden distinguirse de las especies».

En tal caso, sus amigos criadores no estaban simplemente creando variedades, sino especies. Darwin quería creer que había descubierto un proceso comparable a un viaje que se podría extender de forma indefinida; no uno que sólo pudiera llegar hasta cierta distancia y luego girar y volver sobre sus pasos.

El primo de Charles Darwin, Francis Galton, fue un eugenista y estadístico pionero, y formuló la ley de «la regresión a la media». Los padres altos probablemente tienen hijos altos, pero probablemente no tan altos como sus padres. La misma idea de que haya una «media» suena incómoda para la idea de la evolución progresiva. No es necesariamente una contradicción. Pero es un reto.

Luther Burbank (1849-1926), que trabajó en Santa Rosa, California, en las primeras décadas del siglo 20, fue elogiado como «el más competente criador de todos los tiempos»; recibió el soporte económico de Andrew Carnegie. Su posición como científico es cuestionada en la actualidad porque sus anotaciones de observaciones eran desordenadas. Burbank formuló una ley «de la reveresión al promedio». (El pasaje más arriba procede de una cita de Norman Macbeth; es difícil conseguir los libros de Burbank en la actualidad):

Estoy dispuesto a admitir que es inútil intentar conseguir una ciruela del tamaño de un pequeño guisante, ni uno tan grande como un pomelo. Tengo margaritas en mis granjas que son poco más pequeñas que mis uñas, y otras que miden quince centímetros de diámetro, pero no tengo ninguna tan grande como un girasol y no espero llegar a tenerlas. Tengo rosas que florecen de manera muy constante durante seis meses del año, pero no tengo ninguna que florezca durante los doce, y no llegarán. En resumen, estos son los límites del posible desarrollo, y estos límites siguen una ley. [Norman Macbeth, Darwin Retried, Dell Publishing 1973, p. 36]

Julian Huxley, nieto del más apasionado defensor de Darwin, también descubrió que los criadores encuentran límites:

A pesar de unos intensivos y prolongados esfuerzos, los criadores no han llegado a conseguir dar al mundo rosas azules y tulipanes negros. Los límites alcanzados han sido un púrpura azulenco y en el tulipán un bronce oscuro. El verdadero azul y el negro azabache han resultado imposibles. [J. Huxley, Evolution: the Modern Synthesis [Evolución: la Síntesis Moderna], Londres, Allen and Unwin, 1942, p. 519]

Huxley atribuía esta limitada variabilidad a una «ausencia de plasticidad modificativa». La variación, en otras palabras, sólo puede ir hasta cierto punto. Diferentes especies de plantas difieren mucho a este respecto, añadía Huxley. Algunas permanecen «sumamente constantes» en una amplia gama de medios. Por lo que hace a los animales, «tenemos menos información a este respecto».

En su reciente libro Evolución: El mayor espectáculo sobre la Tierra, Richard Dawkins comenta muy despreocupadamente que los seres humanos son «primos distantes de las bananas y de los nabos». Sin embargo, los expertos criadores de plantas, que están «escrutando diariamente y de hora en hora» sus producciones (por citar a Darwin acerca de la acción de la selección natural), son incapaces de convertir rosas púrpuras en azules.

Es como si las especies estuviesen rodeadas de una «meseta» de variabilidad limitada. Mediante la selección artificial, las variedades pueden ser empujadas hasta el borde de dicha meseta, pero no se las puede empujar afuera del mismo para introducirlas en el terreno de especies adyacentes.

Podríamos llegar hasta tan lejos como decir que la evolución es una teoría que ha resultado falsada por estas observaciones, y que seguirá en esta situación hasta que podamos demostrar el «alejamiento indefinido» proclamado por Wallace.

En la Universidad de Columbia, Thomas Hunt Morgan usó selección artificial para aumentar la cantidad de pelos en las moscas del vinagre. Pero descubrió que el número de pelos llegaba a un máximo y no podía aumentarse más, por mucha presión selectiva que se aplicase.

Lane P. Lester y Raymond G. Bohlin publicaron The Natural Limits of Biological Change en 1984 (Zondervan Publishing). Aquí sigue una de las mejores citas que recogen en su obra:

¿De qué sirven sus incesantes mutaciones [de la E. coli] si no cambian? En resumen, las mutaciones de las bacterias y de los virus son meramente fluctuaciones hereditarias alrededor de una posición media; una oscilación a la derecha, una oscilación a la izquierda, pero sin ningún efecto evolutivo final. [Pierre Grasse, La evolución de lo viviente, 1977]

Estoy de acuerdo con la conclusión a que llegan, aunque me parece que la palabra «sugerir» es demasiado débil:

Los datos biológicos disponibles indican que en contraste con las teorías evolucionistas, hay suficientes datos para sugerir que el cambio biológico tiene límites. [p. 149]

La cuestión de los límites naturales es empírica y susceptible de prueba. Podemos incluso estar contemplando una «ley» biológica. Si esto es así, es una ley que está en profunda contradicción con el neodarwinismo. Esta puede ser la razón por la que no se saca a la palestra.

Los experimentos de Richard Lenski en la Universidad Estatal de Michigan son pertinentes. Michael Behe ha analizado el trabajo de Lenski en entradas aparecidas en este blog y en otros lugares. Lenski ha criado bacterias E. coli en tarros durante 55.000 generaciones, o 22 años. Las bacterias están sometidas a presión selectiva entre sí. Las novedades que surjan de este experimento serían inmediatamente comunicadas por el diario New York Times, que lo sigue muy de cerca, y que posiblemente sabe lo que está en juego. Sin embargo, las E. coli de Lenski han persistido hasta la fecha como E. coli; no se ha comunicado el surgimiento de ninguna nueva especie. Y durante todo este tiempo, las mutaciones han sometido a las bacterias a pérdidas funcionales.

En unos experimentos anteriores, como comunicaban Lester y Bohlin, «Nunca ha surgido en una colonia de bacterias una bacteria con un núcleo primitivo». Ni en ninguna bacteria en una colonia «se ha observado que produzca una formación multicelular simple» (p. 88).

En su sitio web, Richard Lenski dice esto:

La especiación tiene lugar cuando una población cambia suficientemente a lo largo del tiempo de modo que se haga cómodo referirse a las formas primitiva y posterior por nombres diferentes. La especiación tiene lugar también cuando una población se escinde en dos formas distintas que ya no se pueden seguir cruzando. El aislamiento reproductivo no sucede generalmente en una generación; puede precisar de muchos miles de generaciones; cuando, por ejemplo, una porción de una población resulta geográficamente separada del resto y se adapta a un nuevo ambiente. Con el tiempo, es inevitable que dos poblaciones que viven separadas divergirán por mutación, deriva y selección hasta que en su momento sus genes ya no sean compatibles para una reproducción con éxito.

En lo anterior se omiten los detalles de las afirmaciones acerca de especiación «alopátrica» o «simpátrica». Los grupos aislados van luego a ser «probablemente reconformados, con el tiempo, por los ambientes selectivos de sus nuevos hábitats, lo que llevará a una suficiente divergencia para que tenga lugar la especiación». Esto, según el más reciente escenario evolucionista.

Creo que estas afirmaciones de especiación por aislamiento —también hechas por Ernst Mayr hace décadas— están todas bajo sospecha, como lo ha comunicado Jonathan Wells (véase también el informe de Casey Luskin, «Specious Speciation [Especiación Especiosa]»). La especiación ha sido obviamente un suceso frecuente en el pasado: la cuestión es si tuvo lugar por medios darwinistas. Con una certidumbre casi total, no fue por dichos medios.

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Lectura recomendada:

Norman MacBeth: Darwinismo: Tiempo de funerales

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Fuente: Evolution News – Natural Limits to Variation, or Reversion to the Mean: Is Evolution Just Extrapolation by Another Name? 19/04/2012
Redacción: Tom Bethell © 2012 · Evolution News and Views – www.evolutionnews.org
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2012 – www.sedin.org
Publicado por Santiago Escuain a las 19:23 Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook
Etiquetas: darwinismo, diseño inteligente, El Origen de las Especies, especiación, genética, presión selectiva, selección natural, teoría de la evolución, variación


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