ÉXODO III/ LOS ACONTECIMIENTOS DEL SINAÍ/ CAPÍTULO 25

Únicamente aceptarás el tributo de aquellos que lo ofrezcan de corazón.

Una de las cosas que es constante a lo largo de las páginas de las Escrituras es el interés que Dios tiene por aquello que pasa en nuestro corazón. El Señor, una y otra vez, indica que no basta con la conducta, es para Él mucho más importante la actitud del corazón, la motivación, lo que hay detrás de una acción determinada porque, en el fondo, aquello que a Él le preocupa es el estado de nuestro corazón. 

Podemos hacer las cosas correctas pero con la actitud o la motivación incorrecta. Podemos servir, ofrendar, acudir a reuniones con otros seguidores de Jesús, estar involucrados en actividades que construyen el Reino de Dios, pero todo ello hecho a desgana, de cualquier manera, sin cariño, sin gozo, sin calidad, sin ponerle el corazón.

El Señor Jesús nunca criticó en las páginas de los evangelios a los fariseos y doctores de la Ley por hacer las cosas incorrectas, más bien, lo hizo porque su motivación, su actitud, su corazón no era el correcto. Recordemos, pues, que al Padre no le interesa tanto aquello que hacemos o dejamos de hacer como la actitud que hay en el corazón. Es por eso por lo que la Escritura afirma que, sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él nace la vida.

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