Falacias sobre la deuda pública

Este artículo critica los argumentosneoliberales que sostienen que la deuda pública es una carga para las próximasgeneraciones, lo cual requiere -según las instituciones neoliberales (talescomo FEDEA)- que los estados recorten sus estados del bienestar para reducirla.El artículo también señala alternativas que no son consideradas en los mayorescentros políticos y mediáticos, tanto de la Unión Europea como de España,imbuidos del dogma neoliberal.
FALACIA Nº 1: LA DEUDA PÚBLICA ES UNA CARGA A LASPRÓXIMAS GENERACIONES.
La deuda pública es uno de los conceptos menosentendidos y más utilizados para alarmar a la población. Uno de los argumentosque se reproducen más frecuentemente en los medios neoliberales próximos a labanca y a la gran patronal (tales como FEDEA) es acentuar el supuesto peligrode una elevada deuda, sin nunca citar porque lo consideran peligroso. A lomáximo que llegan es a decir que es inmoral dejarles a nuestros hijos muchadeuda, cargándoles a ellos los gastos que hemos realizado ahora. En realidad, sellegan incluso a utilizar imágenes que presentan a las generaciones presentes,creadores de deuda de ahora, como egoístas e insensibles a las generacionesvenideras. Así, vemos que economistas neoliberales y conservadores sustituyenla lucha de clases por la lucha de generaciones. Consideran que el conflicto declases ha dejado de ser relevante y en su lugar acentúan la lucha de losancianos y la población adulta frente a los jóvenes e infantes, que representanel futuro. Acentúan en sus propuestas que el estado gasta demasiado en ancianos(pensiones) y muy poco en adolescentes e infantes.
Esta postura, como la mayoría de posturas neoliberales, es una frivolidad,carente de solidez. El futuro de nuestros hijos no depende en absoluto de ladeuda. Depende primordialmente de la evolución de la productividad y delcrecimiento económico. Y los gastos del Estado de ahora (tales como educación,I+D, infraestructuras físicas, transporte y bienestar social) son una inversiónen un futuro mejor. Supongamos por ejemplo que la productividad de Españahubiera crecido de 1995 a 2010 un 2.6% (una cifra razonable), como consecuenciade toda una serie de inversiones públicas. Esto habría significado que, hoy,por cada hora de trabajo, obtendríamos 51.1% más output que en 1995, lo cualsignifica que seríamos 51.1% más ricos que en 1995. No lo somos y ello se debea que no hubo una inversión pública que tuviera como objetivo el aumento de laproductividad. Los sucesivos gobiernos estaban muy orgullosos de no haberaumentado el gasto público. En realidad, el presupuesto del estado alcanzósuperávit, y la deuda pública era muy baja, lo cual produjo gran satisfacción alos gobiernos Aznar y Zapatero. No tenían motivo para ello pues, resultado deesta austeridad de gasto público, España es en 2011 menos rica si se hubierahecho aquella inversión pública, creciendo la deuda. En resumen, el bienestarde nuestros hijos no depende de la deuda sino del crecimiento económico y de lariqueza que les dejemos.
Por otra parte, los poseedores de la deuda pública la pasarán a sus hijos: unatransferencia intergeneracional. Y los pagadores de la deuda serán lossucesores de los pagadores de la deuda actual. Es decir, la relaciónpropietario/deudor será la misma entonces que ahora. Es un absurdo creer quenosotros gastamos y ellos –nuestros hijos- pagan.
¿Cuál es el problema de la deuda, pues?
El único problema es lo que el estado tiene que pagar a los propietarios de ladeuda, lo cual depende primordialmente de los intereses de tal deuda, que ahorason excesivos, debido al alarmismo creado por las agencias de valoración debonos que son meros instrumentos de la banca. El déficit del Estado (que es elque genera la deuda pública) puede, en caso de pleno empleo, generar inflacióny subida de intereses bancarios como respuesta. Y ello puede reducir elcrecimiento económico. Pero ello ocurre sólo en una economía que esté a plenoempleo, lo cual no es la situación actual, donde el desempleo es enorme. Porotra parte, los intereses bancarios no los marcan los mercados financieros sinoel Estado, y en la Eurozona, el BCE, que en realidad no es un Banco Centralsino un lobby de la banca. De ahí que todo el argumentario promovido por losneoliberales es pura propaganda ideológica al servicio de los intereses que lessostienen, incluidos los bancos y la gran patronal. La deuda pública en sí noes un problema. Lo es ahora por la manera como se está tratando, resultado delexcesivo poder de la banca en la UE, en la Eurozona y en España.

FALACIA Nº 2: EL PROBLEMA DE LA DEUDA PÚBLICA ESSU TAMAÑO
En la presentación de lo que se ha querido llamar el problema de la deuda enlos países de la Eurozona, se exagera constantemente el tamaño de la deuda, enparte porque no se utilizan los indicadores adecuados. Cuando se utiliza ladeuda como porcentaje del PIB hay que tener en cuenta que el denominador PIBpuede ir descendiendo, con lo cual el porcentaje de la deuda aumenta, aunque entérminos absolutos no haya subido significativamente. En realidad, la deudasobre el PIB promedio de los países de la Eurozona no ha cambiado mucho, y esmenor al existente en EEUU y en Gran Bretaña.
El problema con la deuda pública no es su tamaño,sino su enorme variabilidad según los países, con una tasa de crecimiento muyacentuada en los países periféricos, como Grecia, Portugal, Irlanda y España.Digo tasa de crecimiento de la deuda, indicador distinto al tamaño de la deuda.Pues bien, la tasa de crecimiento de la deuda en los países periféricos conestados poco financiados (es decir, países que tienen bajos ingresos al estado,como es el caso de los países periféricos), preocupa a los países del centro ydel norte de Europa, pues temen que no podrán pagar su deuda. El problema esque no hay una estructura federal central –como existe en EEUU- que puedaayudar a estos países. Lo que se llama ayuda no es ayuda. Hay que aclarar estoporque el término ayuda, que constantemente se utiliza para transmitir la ideade que los impuestos del ciudadano alemán se gastan para pagar los serviciospúblicos o las pensiones de, por ejemplo, los griegos, no es tal, y se deberíadejar de utilizar estos términos, pues estimulan tensiones entre países, queson fácil presa de demagogos. No es ayuda, sino préstamos que se dan, a unosintereses inferiores que en los mercados financieros, pero a unos intereses queno son bajos, en realidad son altamente rentables siempre y cuando el país nose declare en bancarrota.
La segunda observación que debe hacerse sobre lamal llamada ayuda, es que el préstamo de dinero al estado griego, por ejemplo,es, en parte, para que ese estado pueda pagar a los bancos y otros prestamistasa unos intereses exorbitantes, generados por sus bonos. Es, así, una enormetransferencia de fondos públicos a los prestamistas. Es esta transferencia defondos públicos la que imposibilita la recuperación de estas economíasperiféricas que llegan a gastar cantidades desorbitadas –que van del 6 al 9%del PIB- en sólo pagar los intereses de la deuda. Es imposible que estos paísespuedan salir de la crisis.
Soluciones alternativas al supuesto problema dela deuda pública
De ahí que se requieran otras soluciones a las que están siendo consideradaspor la Comisión Europea, por el BCE y por el FMI (lo que se llama la “troika”).Una de ellas es la redefinición/flexibilización del Pacto de Estabilidad, cuyasreglas son totalmente restrictivas. Así, que se instruya a los países a quetengan un déficit no superior al 3% del PIB y una deuda no superior al 60% delPIB es totalmente arbitrario (estos porcentajes eran los existentes en elpromedio de la Eurozona en 1990).
Otra opción es que el BCE compre deuda pública yconvierta la deuda pública en eurobonos, garantizados por el BCE tal como haceel Banco Central de EEUU (el FRB) con los estados. Es más, el BCE debe imprimirdinero y ayudar a los estados, no sólo a los bancos (como hace el FRB con losestados). Si ello ocurriera, los intereses de la deuda pública griega podríanbajar considerablemente, incluso a un 3%, lo cual significaría que, con unainflación del 2%, el coste real de pagar la deuda al estado griego sería de un1%, un coste muy asumible, sobre todo si se le permitiera pagar la deuda enveinte años. La deuda de EEUU se pagó en cincuenta años después de la II GuerraMundial. De ahí que la deuda griega podría resolverse si hubiera voluntadpolítica.
Por otra parte, el estado griego debiera hacerlas reformas fiscales que permitieran aumentar sustancialmente los ingresos alestado, alcanzando el promedio de la UE-15, una cantidad equivalente al 44% desu PIB (ahora es sólo el 37%), resultado, en parte, de un enorme fraude fiscal.Este aumento de los recursos del estado le permitiría no sólo pagar la deuda,sino también endeudarse menos. Ahí está la solución. Que ocurra o no depende delas relaciones de poder, y muy en especial, de las relaciones de poder declase, existentes en Grecia y en la UE.
Una última observación. Es necesario pararecuperar las economías europeas que el capital financiero juegue un papelmucho menor en el desarrollo económico. Para ello es fundamental que segraven  sus beneficios, se prevenga la especulación, y disminuya sutamaño. El crecimiento del sector financiero y su carácter especulativo esenormemente negativo para el bienestar de las poblaciones europeas.
 
Por Vincenc Navarro

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