Recién adquirí mi libertad, mis primeros pasos de Independencia fueron tambaleantes y titubeantes.
Bien pronto me olvidé de sus obras. «Ok, abrió un Mar. ¿Pero me dará carne y sustento? ¿Dónde conseguiré agua?»
No esperé su consejo. Pensé conocer el camino a seguir, como si ya hubiera andado antes por este desierto de la vida.
Me entregué a un deseo desordenado. «Pan, pan, pan». «Carne, carne, carne».
Tenté a Dios en la soledad. «¿Acaso me había sacado de la esclavitud para verme morir en mis primeros pasos? ¿Qué de la diversión y los anhelos de mi corazón?»
Dios entonces me dio lo que pedí (oraciones contestadas, caprichos concedidos), pero junto con ello vino la mortandad. (Un sabor agridulce en la boca. ¿Era esto lo que quería? ¿Bienes materiales? ¿Amistades superficiales?)
(Continuará…)
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