HEBREOS ESTUDIO 20. LA SUPERIORIDAD DE LA ALIANZA DE JESÚS 3

SIN DERRAMAMIENTO DE SANGRE NO HAY PERDÓN

HEBREOS 9:13-27
13 Bajo el sistema antiguo, la sangre de cabras y toros y las cenizas de una ternera podían limpiar el cuerpo de las personas que estaban ceremonialmente impuras. 14 Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas[g] para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados. 15 Por eso él es el mediador de un nuevo pacto entre Dios y la gente, para que todos los que son llamados puedan recibir la herencia eterna que Dios les ha prometido. Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados que habían cometido bajo ese primer pacto.
16 Ahora bien, cuando alguien deja un testamento,[h] es necesario comprobar que la persona que lo hizo ha muerto.[i] 17 El testamento sólo entra en vigencia después de la muerte de la persona. Mientras viva el que lo hizo, el testamento no puede entrar en vigencia.
18 Por eso, aun el primer pacto fue puesto en vigencia con la sangre de un animal. 19 Pues después de que Moisés había leído cada uno de los mandamientos de Dios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las cabras[j] junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata. 20 Entonces dijo: «Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con ustedes»[k]. 21 De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todo lo que se usaba para adorar a Dios. 22 De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.
23 Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran copias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.
24 Pues Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos humanas, que era sólo una copia del verdadero, que está en el cielo. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros; 25 y no entró en el cielo para ofrecerse a sí mismo una y otra vez, como lo hace el sumo sacerdote aquí en la tierra, que entra en el Lugar Santísimo año tras año con la sangre de un animal. 26 Si eso hubiera sido necesario, Cristo tendría que haber sufrido la muerte una y otra vez, desde el principio del mundo; pero ahora, en el fin de los tiempos,[l] Cristo se presentó una sola vez y para siempre para quitar el pecado mediante su propia muerte en sacrificio.
27 Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio, 28 así también Cristo murió en sacrificio una sola vez y para siempre, a fin de quitar los pecados de muchas personas. Cristo vendrá otra vez, no para ocuparse de nuestros pecados, sino para traer salvación a todos los que esperan con anhelo su venida.


Al margen de continuar la comparación entre la antigua y nueva alianza la idea central de este pasaje es que no hay perdón para el pecado sin que haya sangre derramada. En la vieja alianza esta sangre era de animales que sustituían con su vida la del pecador. Los sacrificios eran temporales y debían de repetirse una y otra vez. En la nueva, la sangre de Jesús es la que ha sido derramada y, consecuentemente, lo ha sido de una vez y por todas haciendo innecesario nuevos sacrificios. 

Ahora bien, me ha impresionado la frase acerca de la necesidad de que sangre sea derramada para que el pecado pueda ser perdonado. Me da la impresión de que para la cultura postmoderna suena bastante obsceno, sin embargo, bien pensado, tiene todo el sentido. Cuando alguien hace algo indebido, supongamos, abusa sexualmente de un hijo/a, infringe un gran daño físico y emocional a la persona víctima de los mismos. El daño se considera tan serio y grave que es penado por la ley y se considera un delito. Supongamos, sólo supongamos, que la víctima decide perdonar y no denunciar, será ella la que pague el precio del daño causado. El perdón no será gratuito, alguien tiene que pagar el precio y asumir todo el daño causado, en este caso, la víctima que es inocente. Alguien siempre tiene que pagar.

Para mí eso explica el hecho de que Jesús decidiera pagar por mí. Todos nosotros hemos causado mucho, demasiado mal a otros, entre otras violaciones de la ley de Dios, que merece ser castigado, para que podamos ser perdonados, alguien tuvo que pagar.


UN PRINCIPIO
ALGUIEN TIENE QUE PAGAR

UNA PREGUNTA
¿QUÉ SIENTES AL PENSAR QUE JESÚS TUVO QUE PAGAR POR TI?



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