HECHOS 36. EL MINISTERIO DE PABLO. EL PRIMER VIAJE MISIONERO 3


HECHOS 13:44-52


44 A la semana siguiente, casi toda la ciudad fue a oírlos predicar la palabra del Señor. 45 Cuando algunos judíos vieron las multitudes tuvieron envidia; así que calumniaban a Pablo y debatían contra todo lo que él decía.

46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valentía y declararon: «Era necesario que primero les predicáramos la palabra de Dios a ustedes, los judíos; pero ya que ustedes la han rechazado y se consideran indignos de la vida eterna, se la ofreceremos a los gentiles. 47 Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo:

“Yo te he hecho luz para los gentiles,

a fin de llevar salvación a los rincones más lejanos de la tierra”[m]».

48 Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en creyentes. 49 Así que el mensaje del Señor se extendió por toda esa región.

50 Luego los judíos provocaron a las mujeres religiosas influyentes y a los líderes de la ciudad, e incitaron a una turba contra Pablo y Bernabé, y los echaron de la ciudad. 51 Así que ellos se sacudieron el polvo de sus pies en señal de rechazo y se dirigieron a la ciudad de Iconio. 52 Y los creyentes[n] se llenaron de alegría y del Espíritu Santo.

Estos versículos finales del capítulo 13 narran la diferente respuesta de los oyentes del mensaje en la ciudad de Antioquía, en la actual Turquía. Una parte del auditorio respondió de forma positiva y con gozo a las buenas noticias. Otra, sin embargo, se opuso abiertamente y usaron dos armas para ello, la descalificación y el volver en contra de los discípulos a la opinión pública, es decir, la manipulación. La presión fue tanta que Pablo y Bernabé tuvieron que abandonar la ciudad no, sin embargo, sin haber establecido antes una comunidad de seguidores de Jesús.

La reflexión para mí ha sido el ver y pensar en las diferentes respuestas que las personas ofrecemos al mensaje de Dios. Aquí están tipificadas únicamente dos, aunque las más importantes, la aceptación y el rechazo.

Son diferentes las razones que pueden llevar a una persona a rechazar la buena noticia de Jesús pero, he de reconocer, que raramente son las de tipo intelectual. Siempre es posible tener una buena y profunda discusión con personas que, por razones intelectuales no pueden acercarse a Dios. La falta de información o la información insuficiente siempre pueden ser superadas. Ahora bien, en numerosas ocasiones el argumento intelectual sólo es una cortina de humo para enmascarar otras razones para el rechazo que acostumbran a ser de tipo moral, de valores, prioridades y, en general, el cambio que exige el evangelio.

Me doy cuenta que esto sucede también en mi vida. Cuando rechazo algo del evangelio lo hago porque me reta, desafía mi estilo de vida y me obliga a cambios que no deseo, no quiero o no estoy dispuesto a acometer.

Un principio

La buena noticia siempre nos obliga a responder

Una pregunta

¿Qué argumentos uso para rechazar la buena noticia?


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