HECHOS 41. EL CONCILIO DE JERUSALÉN 2


HECHOS 15:22-35


22 Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados escogidos eran dos de los líderes de la iglesia:[g] Judas (también llamado Barsabás) y Silas.23 La carta que llevaron decía lo siguiente:

«Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén, escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y Cilicia. ¡Saludos!

24 »Tenemos entendido que unos hombres de aquí los han perturbado e inquietado con su enseñanza, ¡pero nosotros no los enviamos! 25 Así que decidimos, después de llegar a un acuerdo unánime, enviarles representantes oficiales junto con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 quienes han arriesgado la vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Les enviamos a Judas y a Silas para confirmar lo que hemos decidido con relación a la pregunta de ustedes.

28 »Pues nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes una carga mayor que estos pocos requisitos: 29 deben abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados y de inmoralidad sexual. Si hacen esto, harán bien. Adiós».

30 Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde convocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta. 31 Y hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje alentador.

32 Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe. 33 Se quedaron allí un tiempo, y luego los creyentes los enviaron de regreso a la iglesia de Jerusalén con una bendición de paz.[h] 35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaban y predicaban la palabra del Señor en esa ciudad.

El pasaje correspondiente al día de hoy nos habla acerca de cómo se plasmó de forma práctica las decisiones tomadas en el concilio de Jerusalén. Una carta fue enviada, junto con representantes personales, a los seguidores de Jesús de trasfondo no judío explicándoles la libertad que tenían para expresar su fe y cómo estaban libres del cumplimiento de la fe judía. Únicamente se les imponen unas pocas limitaciones que tienen como finalidad favorecer el compañerismo y la relación, especialmente la comunión alrededor de las comidas, entre los seguidores de Jesús de trasfondo griego y romano y judío. Los practicantes de la Ley de Moisés no podrían comer con personas que no respetaran esas limitaciones alimenticias porque si no su conciencia sería violada.

Para mí, personalmente, el concilio de Jerusalén y sus resultados son una gran enseñanza acerca de la tolerancia y la importancia de respetar a otros que tienen énfasis diferentes en la manera en que ven, entienden, perciben e incluso practican su fe. Me enseña sobre la importancia de no juzgar y dejar semejante responsabilidad para el Señor. Me sneña a estar más enfocado en mi seguimiento de Jesús y menos en cómo otros lo siguen, pues, al fin y al cabo, como dice Pablo, cada uno deberá rendir cuentas de sí mismo ante Dios.


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