HECHOS 56. EL MINISTERIO DE PABLO. EL TERCER VIAJE MISIONERO 6

HECHOS 20:7-16

7 El primer día de la semana, nos reunimos con los creyentes locales para participar de la Cena del Señor.[c] Pablo les estaba predicando y, como iba a viajar el día siguiente, siguió hablando hasta la medianoche. 8 El cuarto de la planta alta, donde nos reuníamos, estaba iluminado con muchas lámparas que titilaban. 9 Como Pablo hablaba y hablaba, a un joven llamado Eutico, que estaba sentado en el borde de la ventana, le dio mucho sueño. Finalmente se quedó profundamente dormido y se cayó desde el tercer piso y murió. 10 Pablo bajó, se inclinó sobre él y lo tomó en sus brazos. «No se preocupen —les dijo—, ¡está vivo!». 11 Entonces todos regresaron al cuarto de arriba, participaron de la Cena del Señor[d] y comieron juntos. Pablo siguió hablándoles hasta el amanecer y luego se fue.12 Mientras tanto, llevaron al joven a su casa ileso y todos sintieron un gran alivio.
13 Pablo viajó por tierra hasta Asón, donde había arreglado que nos encontráramos con él, y nosotros viajamos por barco. 14 Allí él se unió a nosotros, y juntos navegamos a Mitilene. 15 Al otro día, navegamos frente a la isla de Quío. Al día siguiente, cruzamos hasta la isla de Samos y,[e] un día después, llegamos a Mileto.

16 Pablo había decidido navegar sin detenerse en Éfeso porque no quería pasar más tiempo en la provincia de Asia. Se apresuraba a llegar a Jerusalén, de ser posible, para el Festival de Pentecostés.

El pasaje describe más viajes de Pablo y el incidente que tiene lugar en Troas con la muerte de un muchacho que, posteriormente, es vuelto a la vida de una forma totalmente sobrenatural.

¿Qué puede aprender uno de una colección de versículos como esta? A mí, personalmente, me ha llamado la atención la primera persona del plural que se usa en el estilo literario de los mismos. El escritor la usa porque formaba parte de aquel grupo y, por tanto, estaba describiendo las cosas que él mismo vivía y experimentaba.

Lucas, el narrador, era uno de los compañeros de viaje y eso me ha llevado a pensar en varias cosas relacionadas. En primer lugar, la vida cristiana es un viaje que no debe hacerse en soledad. Todos, sin excepción, necesitamos compañeros de periplo. Segunda, hay que rodearnos de la gente correcta en este viaje. Gente que nos anime, estimule, motive, ayude. Tercero, yo he de ser un buen compañero de viaje para aquellos que van conmigo. Alguien que refleje lo que indicaba arriba.

Un principio

La vida cristiana es un viaje que no debe hacerse en soledad

Una pregunta

¿Qué tipo de compañero de viaje eres?


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