HECHOS ESTUDIO 15: MIS AÑADIDOS

¿Por qué quieren obligar a esos seguidores de Jesús a obedecer leyes que ni nuestros antepasados ni nosotros hemos podido obedecer?

Lucas 15 describe lo que es conocido como el consejo o concilio de Jerusalén. Es un momento clave en la historia de la naciente comunidad de seguidores de Jesús. Unos, los de tradición y cultura judía, quieren imponer a otros, los de tradición y cultura griega, el seguimiento de toda la Ley de Moisés. No estamos hablando únicamente del Antiguo Testamento y sus enseñanzas, sino también de todo el tinglado de costumbres, normas y preceptos que el judaísmo, a lo largo del tiempo, había desarrollado y contra los cuales Jesús había topado frontalmente una y otra vez.

La cuestión de fondo era si uno se salvaba única y exclusivamente por gracia o por gracia más…. cualquier otra cosa que cualquier grupo de presión considerara en un momento dado. Afortunadamente el conflicto se resolvió de forma favorable para el cristianismo de origen gentil que se vio a salvo de tener que guardar las prácticas culturales propias del judaísmo. Las normas que se imponen en la carta enviada a las iglesias con respecto a las comidas tienen como objeto favorecer que seguidores de Jesús de uno y otro origen puedan tener compañerismo en la mesa cuando se encuentren.

Las cosas no han cambiado tanto desde entonces. Los seguidores de Jesús, cuando llevamos un tiempo siguiéndole, comenzamos a cargarnos de ciertas prácticas que consideramos tan buenas, importantes y queridas que fácilmente tenemos la peligrosa tendencia a confundirlas con el mismísimo mensaje del evangelio y, por tanto, cuando alguien se acerca a Jesús para explorar su seguimiento se encuentra con las mismas y con nuestra pretensión de imponérselas, en ocasiones, con más rigor y tozudez que las mismas exigencias de Jesús. Al final, tal y como dijo Pedro, ponemos a los demás cargas que ni siquiera nosotros mismos podemos llevar.

El reto, al menos para mí, es dejar de lado toda carga cultural extra que, lejos de ayudar, suponga un obstáculo para que la gente se acerque a Jesús. Supone, de nuevo al menos para mí, distinguir que mi cultura religiosa, por válida y buena que sea y preciada para mí, no es lo mismo que las buenas noticias. Sabio será el seguidor de Jesús que sepa distinguir ambas y no imponer a otros las que no son necesarias en absoluto.

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