esta historia no la conocen los enemigos de israel.o seguro no es algo importante por que judio!
Su familia había sido deportada desde Francia meses antes de que Richard Frenkel fuera montado en un tren hacia las cámaras de gas en 1942
Vida nueva y truncada en París
De la gran familia Horonczyk, apenas se salvaron unas pocas vidas
En medio del torbellino de detenciones y deportaciones casi toda la familia acabó recluida en centros de detención y de tránsito como los de Drancy y Pithiviers. Centros que son solo dos de los 42.500 documentados ahora por el nuevo estudio de Washington y desde donde tantos fueron conducidos a la muerte. Allí, en suelo francés, con mayor o menor rapidez, el destino fue cebándose con miles de vidas. De toda la amplia familia de los Horonczyk, apenas se terminó salvando una de las tías del niño: Leah, la hermana de Esther, su hijo Raphael y su marido Solomon.
Su padre, Nissan, murió junto a dos cuñados en Auschwitz
Nissan Frankel, el esposo de Esther, no tuvo la suerte de su cuñado Solomon, que pudo escapar de Pithiviers, ponerse a salvo en un pequeño pueblo junto a su esposa e hijo y tener, después de la guerra otros dos hijos gemelos. No, Nissan Frankel vio interrumpida su feliz vida junto a su esposa y su hijo Richard. Fue deportado a Beaune-la-Rolande y de allí, en junio de 1942 a Auschwitz, donde fue asesinado, junto a dos de sus cuñados que viajaban en el mismo transporte.
La detención de Esther y Richard
No es difícil imaginar la angustia de su madre, obligada a abandonarle
Esther y su hijo estuvieron poco tiempo juntos en Pithiviers. El 7 de agosto, ella fue obligada a subir a un infame vagón con destino al infierno de Auschwitz. No es difícil imaginar su angustia al ser forzada a abandonar a su hijo, con poco más de dos años. Completamente desamparado, Richard compartía su penoso destino con otros 1.800 niños cuyos padres habían salido ya amontonados como ganado en los trenes hacia las cámaras de gas. Asomarnos a la angustia de ese niño y multiplicarlo por los otros 1.800 infantes hace que nuestra imaginación pise cristales.
Última carta, arrojada desde el tren
El tiempo debió pasar demasiado lento para el niño
Deprisa, tal vez sea la palabra. Pero el tiempo debió pasar demasiado lento para el niño, los días velados por las lágrimas, entre desconocidos, perdido en el mundo en guerra. Hasta que llegó el 15 de agosto y Richard sufrió otra mudanza. De Pithiviers a Drancy. Allí otra vez la espera, sintiéndose de nuevo perdido, quien sabe si a lo mejor ajeno a su triste destino.
Ya no tuvo ni una oportunidad al llegar a Auschwitz
Aquel transporte 31 llevaba a Auschwitz a mil personas. Amontonados en vagones de ganado después de mil penurias. Entre ellos, todos extraños, viajaban 171 niños. Entre ellos, perdido, el pequeño Richard Frankel. Ya no tuvo ni una oportunidad. De todo el transporte solo 380 personas pasaron la selección que les concedería un epílogo mísero de esclavos. El resto fueron directamente a la cámara de gas.
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