Ilusionado por lo visto y las grandes posibilidades, cerro nuevamente los ojos para poder hablar con los suyos. Era la única forma en que podría ver del otro lado.
Irónico, ¿no? Las dos realidades convivían en el mismo espacio y tiempo pero era imposible notar que ahí estaban, juntos. Requería una gran dosis de valor, de rosca-izquierdismo, no-conformidad, silencio, y locura. Lo que por mucho tiempo había sentido como la razón que lo aislaba de otros, era la razón por la que se abrían sus ojos.
Del otro lado, todos parecían tener ojos abiertos cuando en realidad lo tenían cerrados, vivían en una profunda ilusión que había sido reemplazada con la realidad.
¿Cómo lo haría?, se preguntaba.
Entonces, inició la lucha.
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